Desafío Multitarea: Un llamado a la calma
Parece ironía de la vida que tantas personas (antes de esta coyuntura mundial del virus) soñaban con ser considerados exitosos profesionales multitarea que cumplieran con todo y fueran suficientes en todos los campos de su entorno.
Hoy nos hemos visto enfrentados a un desafío aún más grande, en donde muchos debemos ser (al mismo tiempo) padres ejemplares, profesores idóneos, conserjes de nuestra casa, chefs especializados, esposos amorosos, dueños de mascotas y claro, trabajadores enfocados, eficientes e impecablemente presentados para nuestra conferencia en la plataforma de reuniones virtuales.
Estamos sometidos a tantas presiones, desde tantos flancos diferentes, que la multitarea resulta siendo un rotundo y escandaloso fracaso.
Sigue entonces la pesadez de la frustración y la sensación desgarradora de no sentirse suficiente, de no cumplir con la propia expectativa (y peor aún, con la de los demás) de ser excelentes y modelar todos nuestros roles a la perfección.
Nuestra vida era antes (para la mayoría de las personas) un cúmulo de responsabilidades distribuidas en diferentes actores que unidos armaban un todo; hoy ese todo está a cargo nosotros, para muchos sin ayuda de familia, ni del Estado ni de nadie, a veces en soledad y eso es una carga demasiado pesada que no puede ser asumida con estándares de altísima calidad y sin margen de error.
Estamos de cara a una presión tan alta que cumplir a cabalidad y puntualidad con todas las exigencias, hace la realidad aún más pesada y más aplastante física y emocionalmente.
El llamado de este escrito es a ser un poco más compasivos; no desde la interpretación de la lástima y victimización, todo lo contrario, desde la responsabilidad de ser protagonistas responsables de nuestra vida y nuestro bienestar. Tener compasión por nuestra situación es simplemente ser más conscientes de la imposibilidad de cumplir con todo y con todos al mismo tiempo, ser más empáticos con nosotros mismos y tomar las medidas necesarias para andar por este camino sin auto imponernos más cargas, porque estar privados de nuestras libertades y llenos de incertidumbre ante el futuro es ya de por sí un peso muy difícil de sobrellevar.
Se vale entonces aceptar que esta senda no había sido caminada antes por la mayoría de nosotros, se vale sentirse agotado, está bien caer rendido y tener días difíciles, es entendible (y humano) sentirse agobiado, abrumado y exhausto sin que ello implique sentimientos de inferioridad o frustración.
Solo permítase ser el humano imperfecto, que brinda su esfuerzo en cada tarea, pero no se olvide de sus necesidades primordiales; ámese, cuídese, dese permiso para fallar porque lo importante no es el error sino el aprendizaje; el caerse y levantarse, eso sí, sin detenerse, sin sumirse en la parálisis y sobre todo, sin caer en el extremo de querer ser modelo a todo nivel para cumplir al tiempo con tantas exigencias, exponiendo su salud mental y física.
El hoy nos prepara para el futuro, el hoy es escuela de gran valor para nosotros, para nuestros hijos y las generaciones que vienen. Muy seguramente la realidad que vendrá después del aislamiento demanda todo nuestro equilibrio y nuestro mejor esfuerzo. No será fácil, no lo será, pero en la medida en que estemos preparados y enfocados en las oportunidades, el horizonte será más claro.
¿De qué manera está preparando su camino ante la inmediatez de una nueva realidad que pide rediseñar su ser y su vivir?.