El desarrollo no puede ser solo una moda, debe convertirse en una costumbre
El desarrollo tomo fuerza con la llegada del nuevo milenio. En el año 2000 el mundo entero conoció los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), una especie de alianza mundial para reducir la pobreza extrema contenida en ocho objetivos, los cuales debían realizarse por los países que asumieran este compromiso antes de 2015. Aunque hubo resultados positivos, no se alcanzaron plenamente, por lo que la comunidad internacional una vez más reunida decidió crear los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), una especie de llamado universal a la adopción de medidas para poner fin a la pobreza, proteger el planeta y garantizar que todas las personas puedan gozar de paz y prosperidad. Esta vez no fueron 8 sino 17 Objetivos que partían de los logros obtenidos con los Objetivos de Desarrollo del Milenio, e incluían nuevas esferas como el cambio climático, la desigualdad económica, la innovación, el consumo sostenible y la paz y la justicia, entre otras prioridades.
Se espera que en el 2030 se hayan hecho cambios sustanciales en la humanidad generando progreso, partiendo de la colaboración y el realismo para tomar las mejores decisiones con el fin de mejorar la vida no sólo para esta generación sino también para las generaciones futuras. Es decir, sobre la base de la participación activa, libre y significativa en el desarrollo y en la distribución justa de los beneficios que de él se derivan se deben plantear procesos de cambio económico, social, cultural y político global, que tiendan al mejoramiento constante del bienestar de toda la población.
Y es que hoy el desarrollo puede ser tratado como un derecho humano, un derecho que es condición para que los otros existan. Por ejemplo, cuando no hay desarrollo hay pobreza la cual conduce a la vulneración de otros derechos humanos como la vivienda o la salud, y esta vulneración genera más pobreza, creándose así un círculo vicioso. El desarrollo como derecho humano implica conocer los proyectos de vida de los diferentes integrantes de la sociedad, buscar solución a los problemas sociales vigentes que van desde la pobreza, pasando por la desintegración social y la inseguridad, los cuales se agravan por la falta de oportunidades de empleo digno; implica darle voz a los diferentes actores para que manifiesten sus necesidades, sus preocupaciones, sus aspiraciones, para construir entre todos un entorno económico, político social, cultural y jurídico que permita progresar, avanzar como individuos y como sociedad.
Los gobernantes y los ciudadanos debemos trabajar para crear las condiciones necesarias en las cuales pueda germinar el desarrollo, por ejemplo: tener paz como base fundamental, la ausencia de conflictos y el ejemplo del cumplimiento de la ley; asumir la economía como motor del progreso; reconocer el medio ambiente como base de la sostenibilidad; buscar la justicia como cimiento de la sociedad; y establecer la democracia y el buen gobierno como pilares de lo público.
Los que aspiran a gobernar nuestras ciudades y departamentos deben buscar a toda costa lograr que se den esas condiciones. Tenemos que construir desarrollo para salir de todos los tipos de pobreza, no sólo de la que se reduce a la falta de ingresos económicos (no tener dinero para satisfacer ciertas necesidades o para comprar ciertas cosas), sino también de la pobreza se traduce en una deficiente calidad de vida, de seguridad y de autoestima personal, dejar la falta de desarrollo de las capacidades por la falta de medios y recursos básicos como espacios públicos (bibliotecas, parques, centros culturales, laboratorios de innovación).
Los candidatos hoy en la puja por ser electos, deben ser conscientes que el modelo de desarrollo debe garantizar no sólo la satisfacción de las necesidades y el bienestar hoy, sino que también debe incluir a las generaciones futuras. El desarrollo debe ser sostenible en el tiempo, para que la riqueza y el progreso no sean momentáneos, como la mayoría de buenas prácticas o alegrías en nuestro país, para que el desarrollo no sea una moda sino una costumbre que perdura y va evolucionando con las generaciones venideras. No pueden ser corto plazistas sino que deben apuntar a permanecer en el tiempo.
Por: Alba Lucía García S.
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