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La oportunidad está en la inseguridad alimentaria

El campo y el campesino son determinantes para el mundo, pero igualmente vulnerables, y especialmente en países como Colombia.
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Javier Pérez / Ecos del Combeima
16 Jul 2023 - 8:15 COT por Ecos del Combeima

Muy lejos está el mundo y sus organizaciones, de doblegar el hambre, pues para el año 2022 más de 735 millones de personas, no comieron lo suficiente; 120 millones de personas más, que las registradas en 2021, y esto aleja la ONU de su objetivo global hambre cero para el año 2030. Dice Cindy Holleman Economista principal de la FAO. 

Aunque en el último informe FAO en materia seguridad alimentaria, se muestra alguna mejoría en América Latina, pasando del 40,3% en 2021 al 37,5% en 2022, recalca, que el hambre sigue estando por encima de los niveles esperados. Evidenciando que factores pospandemia como la inflación generalizada, la guerra en Ucrania y el cambio climático, forzaron la ONU a revisar sus proyecciones en este objetivo universal.

Ya para el caso colombiano, el conflicto armado, la debilidad del mismo estado y la pobreza extrema, también hacen lo propio, y exponen aún más la población vulnerable, comprometiendo al 30% de sus habitantes a la inasistencia alimentaria, y de ellos, 2.1 millones de colombianos, literalmente, no tienen como afrontarla.

Pero ese problema grave por demás, es paradójicamente la mayor de nuestras oportunidades; pues es innegable la capacidad como país de producir más y mejores alimentos. Colombia produce 74 millones de toneladas e importa otros 13 millones al año, especialmente maíz y trigo. Pero el mundo sigue con el ojo puesto en las capacidades de países como el nuestro, ya referenciado, como despensa y reserva agroalimentaria del mundo.

El campo y el campesino son determinantes para el mundo, pero igualmente vulnerables, y especialmente en países como Colombia, donde el ingrediente del conflicto armado vivido por décadas, ha generado zozobra, desplazamiento y mucha inestabilidad. Campo y campesinos excluidos social y económicamente, pues la verdad les ha faltado allí presencia estatal con infraestructura vial, escuelas y hospitales, y sobre todo, crédito, asistencia técnica y una organizada comercialización.

Es que Colombia según la FAO, desaprovecha más de 10 millones de toneladas en alimentos al año; todo por malos manejos en su producción, almacenamiento y distribución, que sin duda, hacen mucha falta, para suplir buena parte de esos colombianos que aguantan física hambre.

Ya para el Tolima como gran proveedor de alimentos, que si lo es, clasificado inclusive, en los primeros lugares, en producción de hortalizas, verduras, frutas, arroz y café, entre otros muchos. Sus mermas están por el orden del 38% y suma casi un millón de toneladas al año, gracias a la pérdida y desperdicio de alimentos por esos malos manejos pos cosecha, almacenamiento e inapropiada distribución.

Y para dar un ejemplo de esa inapropiada distribución, a Bogotá que es nuestro gran mercado, le llegan al día cerca de 13.000 toneladas de alimentos, desde Cundinamarca, Boyacá, Meta y Tolima, y de esa cantidad, retorna nuevamente a las mismas regiones, cerca de 2.000 toneladas y otras 2.000 se pierden, por una mala distribución y consumo.

Por ello se hace indispensable, no solo que funcione bien la logística y la normatividad, sino que también, los sobrecostos asumidos por esos desperdicios en ciudades como Bogotá, se eliminen. Proveer organizadamente gran parte de la demanda alimenticia Distrital desde las regiones, sería la fórmula para hacer de la inseguridad alimentaria, nuestra gran oportunidad económica. Momento para convertir el campo tolimense, en un buen negocio para todos. 

Significaría, poder trabajar en la construcción de una central de abastos, que reúna organizadamente todos los alimentos producidos en la región y que con ellos, se atienda sin sobrecostos y de manera eficiente, ese gran mercado llamado Bogotá, y algunos nacientes mercados internacionales, que ya se vienen configurando en estos tiempos. Sería la oportunidad para producir de manera planificada, lo que efectivamente demanda el mercado local, nacional, y el recién e interesante mercado internacional; convirtiendo la proveeduría de alimentos en un negocio sostenible, para generar esos miles de empleos dignos y estables, que tanto se necesita y reclama el departamento del Tolima.

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