Cada vez nacen menos niños en Colombia, el país que envejece sin haber crecido

Colombia enfrenta una situación contraria, pero igualmente desafiante, una fuerte caída en la cantidad de nacimientos, que pone en duda la sostenibilidad económica y social del país en los próximos años.
De acuerdo con cifras recientes del DANE, en 2023 nacieron apenas 515.549 bebés en Colombia, una reducción del 10,1 % respecto a 2022. Pero lo más preocupante es que, entre enero y octubre de 2024, la cifra bajó otro 14,4 %, registrando solo 371.777 nacimientos, el número más bajo en más de una década. Estos no son simples datos estadísticos, son una señal de alerta para un país que, poco a poco, entra en una etapa de transición demográfica avanzada, donde la población envejece rápidamente y hay cada vez menos jóvenes.
¿En qué momento dejamos de tener hijos? Las razones son claras. Hoy las mujeres colombianas tienen más acceso a la educación, más oportunidades laborales, diferentes proyectos de vida, por lo tanto, deciden tener menos hijos. A esto se suman factores económicos, la crianza de un niño en Colombia es costoso, especialmente en un entorno de empleo inestable, inflación alta y servicios públicos que aún no garantizan calidad ni cobertura suficiente. Aunque el país ha avanzado en reducir la pobreza, todavía no ofrece condiciones que motiven a formar familia en un entorno seguro, estable y justo. Además, hay un cambio cultural profundo, esto es especialmente notorio entre los Millennials (personas nacidas entre 1982 y 1994), también conocidos como la generación Y.
Este fenómeno no es exclusivo de Colombia. En general, América Latina está experimentando una disminución sostenida de la fecundidad, muy distinta al panorama en regiones como Asia Meridional (India, Pakistán, Bangladesh) o África Subsahariana, donde las tasas de natalidad siguen siendo altas y predominan poblaciones jóvenes. En este contexto, India se perfila como el nuevo gigante demográfico del planeta, superando recientemente a China, país que hoy sufre las consecuencias de su antigua política de hijo único y una de las tasas de natalidad más bajas del mundo. Mientras China envejece antes de volverse rica, India aún cuenta con un amplio bono demográfico que, si es bien aprovechado, puede convertirla en una potencia económica global gracias a su juventud.
Colombia, parece seguir más el camino de China que el de India. Todo indica que nuestro país podría alcanzar el estancamiento poblacional antes que el promedio mundial. Lo más grave es que esto está ocurriendo sin que hayamos consolidado un modelo económico verdaderamente inclusivo, sin haber garantizado una cobertura amplia de seguridad social, sin cerrar las brechas entre regiones y sin haber aprovechado nuestro potencial demográfico mientras aún teníamos tiempo. Ese es el gran riesgo, convertirnos en un país envejecido antes de haber alcanzado mayores niveles de desarrollo económico.
Las consecuencias ya se dejan entrever. Un sistema pensional como el colombiano será insostenible si no hay suficientes jóvenes cotizando. El consumo interno, históricamente impulsado por los hogares jóvenes, podría debilitarse, afectando el crecimiento económico. Sectores como la educación básica, la vivienda o los productos infantiles podrían enfrentar una reducción en la demanda.
Algunos podrían argumentar que tener menos población es positivo para el medio ambiente o para asegurar el acceso a alimentos. Incluso una exministra de Ambiente apoyaba esta visión. Aunque en parte podría ser cierto que una población más reducida podría aliviar la presión sobre los recursos naturales, no es así, no debemos caer en la trampa de pensar que “menos gente” equivale automáticamente a más sostenibilidad. El equilibrio se logra con una visión de largo plazo, y no hay sostenibilidad posible sin una economía sólida, innovadora y dinámica. El verdadero desafío está en crear nuevas formas de crecimiento que no dependan únicamente del tamaño de la población, sino de la capacidad de esta para transformar el territorio.
Hoy el mundo vive una nueva era de economía demográfica. Un escenario donde los países con más juventud educada y productiva serán los que lideren el siglo XXI, mientras otros como Japón, Corea del Sur o, quizás Colombia, luchan por mantener su dinamismo económico con poblaciones envejecidas y en retroceso. Por eso, la política poblacional debe volver a ocupar un lugar clave en la agenda nacional. No se trata de promover modelos familiares tradicionales por nostalgia donde había familias numerosas con 6, 8 o más de 10 hijos, se trata de diseñar estrategias de Estado que articulen natalidad, migración, inclusión social y productividad, promoviendo una cultura en la que impere el equilibrio poblacional.
En conclusión, el decrecimiento poblacional en Colombia no es una amenaza en sí misma, pero sí un desafío serio y urgente que debemos abordar con inteligencia, planeación y voluntad política. De lo contrario, nos enfrentaremos a un futuro con menos jóvenes, menos trabajadores y menos capacidad económica en cuanto a talento humano, especialmente en zonas rurales que hoy claman porque los jóvenes se conviertan en empresarios del campo y protagonistas del desarrollo local, el país no puede caer en esta trampa social.