Pereza mental: una nueva patología en la sociedad
Desde principios del siglo XXI se popularizó el término “Sociedad del Conocimiento” que nace a partir de la implementación de las TIC`s en el mundo de la academia, la información y los negocios. El primer exponente de esta corriente basada en la información y el conocimiento fue el austriaco y norteamericano por adopción, Peter Drucker, también conocido como el filósofo de la gestión empresarial y padre del management, forma moderna de dirección empresarial.
Hoy la humanidad vive en medio de un mar de conocimiento que solo cuenta con un dedo de profundidad, no por la falta de publicaciones o documentos especializados, sino por el facilismo que ofrece la tecnología para las operaciones que realizan las personas. Con solo un click, se accede a información superficial sin necesidad de investigar más allá de lo necesario. En Colombia el asunto es mucho más complicado: una amplia parte de la sociedad es inculta, no lee ni investiga y atrapada por los celulares y las redes sociales, pierde más de la mitad del tiempo aprovechable, mera molicie.
A medida que avanza la cuarta revolución industrial, el celular se ha convertido en un órgano más del cuerpo humano prácticamente adherido a la mente, a los sentidos y hasta a los sentimientos de cada persona. Este logro tecnológico condiciona la inteligencia normal a un estado de “inteligencia artificial” a partir del artefacto electrónico más importante en la vida del ser humano durante la modernidad y post modernidad. Paradójicamente, un dispositivo que puede convertirse en un aliado poderoso para la productividad se queda en una utilización banal que aturde y fomenta el desperdicio del tiempo.
Se está llevando la mente humana hacia peligrosos límites al entronizar la pereza. Hasta para realizar una simple operación matemática se utiliza la calculadora del celular sin que las neuronas se sientan estimuladas a trabajar. La comunicación moderna obliga a que todo sea lo más visual posible, títulos cortos y llamativos, escritos noticiosos o columnas con máximo de 400 a 800 caracteres, evitando estresar o exigir la mente de los receptores que poco o nada quieren leer. Los niveles de lectura en América Latina son bajos respecto de otros continentes. En Colombia el promedio de lectura es de 2,7 libros por año, mientras Argentina y Chile están por encima de los cinco (5) libros anuales. Como consecuencia se constriñen los niveles de creatividad y emprendimiento y el pensamiento convergente o de rebaño sigue siendo el común denominador.
Lamentablemente, en Colombia la situación es compleja: tenemos sectores de la sociedad que todo lo cuestionan pero, que no tienen pensamiento crítico, que exige cambios pero muy poco aportan para lograrlos, que parecieran quererlo todo fácil o incluso gratis. Muchas personas, especialmente de estratos 1, 2 y 3 consideran que un modelo asistencialista de Estado podría ser su proyecto de vida, utopía que persiguen modelos populistas fracasados como el de Venezuela y otros países que han adoptado estas tendencias de izquierda.
La transición de la sociedad del conocimiento a la “sociedad de la ignorancia” se da a partir de la utilización de carnadas infalibles como: redes sociales, influencers, aplicaciones, juegos y otros señuelos artificiales que atraen y conquistan a jóvenes y adultos, manteniéndolos ocupados en pasatiempos vacíos. El emprendimiento y el empresarismo nacen en ecosistemas en los que se dedica tiempo al conocimiento y la investigación; por ende, el desempleo juvenil crece sin percatarnos cómo florece una generación de inútiles e inempleables atrapados en medio de la pereza mental que traerá como consecuencia mayores índices de desocupación y pobreza.
Sin lugar a duda, estamos en medio de un caótico círculo vicioso en el que muchas personas no identifican un proyecto de vida. Mientras no se estimulen la lectura y la investigación desde espacios sociales, lúdicos, colegios o universidades, difícilmente se podrá nutrir a las nuevas generaciones con ideas que permitan desarrollar emprendimientos disruptivos y posibiliten el desarrollo económico y la generación de empleo. No solo el Estado debe generar condiciones para la educación y la disminución del desempleo, también debe existir un compromiso desde la familia como base de la sociedad.