El negocio de la fe
La idea central de la propuesta, era gravar las actividades comerciales que realizan las iglesias como: conciertos, servicios hoteleros, venta de comestibles, rifas y demás que producen grandes utilidades pero que son ajenas a las labores espirituales y sociales que realizan. El articulo no fue aprobado por el Congreso.
No obstante, en un país con una tradición religiosa tan marcada, es importante hacer un análisis que tiene que ir más allá de la fe y que debe manejarse con objetividad e imparcialidad. Si bien es cierto, la misión espiritual y social que realizan las iglesias de todas las religiones que tenemos en invaluable, hay que ver como algunas de ellas se convirtieron en prósperos negocios de los que no se le rinde cuentas a nadie y allí radica el problema. Máxime, cuando esta reforma tributaria puso en cintura a personas naturales y jurídicas, aumentó base gravable de empresas y pretende recaudar mas de 20 billones de pesos.
La discusión no se puede centrar en si deben pagar o no el impuesto de renta de manera obligatoria, lo que sí creo y con absoluto respeto, es que debe ser obligatorio que declaren sus ingresos, si son por actividades comerciales, con más razón, que declaren los bienes inmuebles que poseen y que justifiquen ante la DIAN en que invierten esos recursos, si es en obras sociales que beneficien a las comunidades y a sus feligreses, perfecto, de lo contrario, deberían tributar y pagar.
Para reducir la enorme brecha de iniquidad que existe, todos debemos aportar nuestro grano de arena. Esto no se trata de política, si la iniciativa es de izquierda o derecha, se trata de intentar hacer un país mejor. Y la mejor forma de iniciar esa transición, es practicando la tan nombrada empatía; jamás tendremos una mejor sociedad si según el DANE, cerca de 25 millones de colombianos están en pobreza monetaria, lo que significa que solo comen una o máximo dos veces al día.
La fe es el alimento que fortalece el espíritu, nos lleva a vivir en paz consigo mismo y a ser mejores seres humanos, pero si la fe se convierte en negocio, que paguen quienes se usufructúan de ella.