El Tolima produce, pero otros se enriquecen: la paradoja de nuestras exportaciones

Nos obligan a pensar que mientras el Tolima produce, “Ibagué ciudad capital – ciudad región”, debería ser el centro logístico, agroindustrial, de articulación y conocimiento para la trasformación productiva con fines de exportación, pero no lo es.
Las cifras de exportaciones del 2024 dejan claro lo que muchos sabemos, pero pocos se atreven a decir, en el Tolima no tenemos problemas de producción, sino de estrategia exportadora. Colombia exportó el año pasado U$49.555 millones de dólares, mientras que nuestro departamento apenas alcanzó los 57,2 millones, bajaron nuestras exportaciones (pasamos de exportar U$100.123 millones en 2022 y U$ 75.991 millones en 2023). Para ponerlo en perspectiva, Antioquia lideró con 8.798 millones de dólares en 2024, de los cuales 3.843 millones provinieron de exportaciones de oro y 475 millones de café verde. Caldas alcanzó 1.032 millones, Huila 965 y Risaralda 879.375 millones de dólares respectivamente.
Si nos centramos en el café, la situación es aún más preocupante. De los 57,2 millones de dólares exportados por Tolima, 25,1 millones correspondieron a extractos o esencias de café y solo 5,4 millones a café verde (café trillado listo para exportar y tostar). En contraste, Huila exportó 838,9 millones en café verde, Caldas 466,3, Nariño 93,5, Quindío 249,1, Santander y Magdalena, sin ser grandes productores de café, superaron los 50 millones de dólares cada uno.
El problema no es solo el café. Tolima está perdiendo oportunidades en productos como el aguacate Hass y el limón Tahití, dos bienes de alta demanda internacional. Mientras departamentos como Antioquia y los socios hermanos del Eje Cafetero han consolidado infraestructuras logísticas para la exportación, en Tolima seguimos dependiendo de centros de acopio externos, encareciendo costos y reduciendo la competitividad y las cifras del PIB. La consecuencia es clara, nuestra producción termina sumándose a las exportaciones de otros departamentos, generando empleo y desarrollo en otros territorios.
¿Por qué el Tolima sigue rezagado? La respuesta es dolorosa pero evidente, falta de infraestructura, asociatividad y articulación empresarial en los sectores productivos y una visión de negocios más enfocada y audaz desde algunos gremios de la producción. Sin una capacidad de transformación agroindustrial adecuada, nuestros caficultores seguirán vendiendo a precios más bajos a otras regiones que sí tienen la infraestructura para exportar el producto con valor agregado. Lo mismo ocurre con el aguacate Hass y el limón Tahití, cuyos productores deben enviar su carga a otros departamentos con zonas de Packing certificadas para armar los conteiner y proceder con la exportación, lo que reduce la rentabilidad y limita su competitividad en los mercados internacionales.
Pero no todo está perdido. Tolima tiene una oportunidad única para revertir esta tendencia y posicionarse como un jugador clave en el comercio exterior colombiano. Para ello, necesitamos una red de centros de acopio, Packing y logística en puntos estratégicos especialmente en Ibagué, y otros municipios como Espinal, Mariquita, Líbano, Chaparral y Planadas, permitiendo que los productos sean alistados y exportados directamente desde estos nodos o corredores estratégicos del departamento. También es urgente consolidar la tan esperada Zona Franca que no solo incentive la inversión privada, sino que además atraiga empresas interesadas en procesar y agregar valor a los productos agrícolas antes de su exportación.
Otro aspecto clave es la diversificación. No podemos seguir apostando únicamente al café cuando el mundo demanda cada vez más productos frescos y procesados. En este sentido, el limón Tahití y el aguacate Hass tienen un potencial inmenso, pero solo si logramos cumplir con los estándares de certificación como GlobalG.A.P. y USDA Organic, esenciales para acceder a mercados premium en Europa y Estados Unidos. Aquí el papel del sector público y privado es fundamental, los productores deben recibir acompañamiento técnico y financiero para cumplir con estos requisitos y no quedar excluidos de las grandes oportunidades comerciales.
No basta con producir más, hay que desarrollar las cadenas productivas en los diferentes eslabones. El Tolima necesita plataformas digitales que conecten directamente a los productores con compradores internacionales, eliminando intermediarios y aumentando los márgenes de ganancia. Hoy, mientras otros departamentos aprovechan al máximo la tecnología y la globalización, nuestros productores siguen atrapados en un modelo comercial desactualizado, donde la falta de información y acceso a mercados limita su crecimiento.
Tenemos dos opciones, seguir dependiendo de otros departamentos para exportar nuestra propia producción o tomar el liderazgo y estructurar un modelo de exportación competitivo para cada encadenamiento productivo o clúster. Lo que hace falta no es materia prima, sino decisión estratégica y voluntad política. Si seguimos postergando estas transformaciones, dentro de un año estaremos repitiendo las mismas cifras y excusas.
El mundo no nos va a esperar. La demanda de productos agrícolas sigue creciendo, pero también lo hace la competencia, otros departamentos ya entendieron que el futuro no está en producir más, sino en exportar con estrategia, inteligencia y visión de mercado. Tolima tiene el potencial de convertirse en un referente agroexportador, pero para lograrlo necesitamos dejar atrás la resignación y asumir un liderazgo real a partir de la conformación de alianzas que permitan la estructuración y desarrollo de proyectos de inversión enfocados en establecer de una vez por todas las infraestructuras logísticas y agroindustriales que tanto necesitamos.