El candidato presidencial ideal
La contienda electoral camino a la presidencia de Colombia, cada vez se torna más agresiva en insultos e improperios, en mentiras y chismes; mejor dicho, tiene de todo menos de altura, propuestas y respeto.
La agenda informativa se ha dedicado a registrar esos enfrentamientos que en nada contribuyen al proceso democrático y que por el contrario exacerban más los ánimos de los ciudadanos que a través de redes sociales y conversaciones callejeras explotan unos contra otros defendiendo al candidato de su preferencia.
Además, la publicidad política de los candidatos adiciona más gasolina al fuego con ataques directos contra los otros aspirantes. De esta práctica no se salva ninguna campaña, y es así como vemos vallas y demás piezas publicitarias cargadas de odio, de agresiones personales, de mentiras y acciones que le bajan nivel a la conversación y no permiten al electorado tomar una decisión racional.
Dicho esto, y ante este panorama que parece de todo, menos de la contienda democrática de elección del presidente de los colombianos, hago esta reflexión para coincidir con muchas personas que buscan propuestas, que buscan candidatos serios, con criterio, con conocimiento del país y sentido común.
Los colombianos soñamos con un candidato que hable de sus propuestas, que deje a un lado los ataques personales y políticos y se centre en contarle al país como concibe el cambio, como puede generar solución a los graves problemas que tienen los ciudadanos. Que con conocimiento y seguridad defina sus líneas de acción, que se sintonice con la gente y que permita espacios de conversación con todos los sectores.
Soñamos con un candidato que inspire, que genere seguridad y confianza, que le hable de frente al país y aborde con propiedad los temas de alta trascendencia nacional. Que no se esconda ante los problemas sensibles y responda con la verdad. Buscamos un candidato que no tenga señalamientos, que no esté cuestionado y que nunca haya cometido delitos. Que sea un ciudadano ejemplar, que sus acciones públicas y privadas sean probadas.
Nuestro candidato debe conocer el país, debe tener experiencia y debe demostrar que en los cargos públicos que ha ostentado lo ha hecho bien, sin corrupción, sin dañar a nadie y con resultados sociales que den cuenta de su sensibilidad por la gente y de su preocupación por mejorar la calidad de vida de todas las personas.
Ojalá que, de aquí al 29 de mayo, día de la primera vuelta presidencial, los aspirantes a ocupar la Casa de Nariño le bajen a la pelea y le suban a las propuestas, reflexionen y le den altura a la contienda y entiendan que constitucionalmente el presidente debe velar y mantener la unidad nacional.
Posdata: Nosotros los ciudadanos a votar a conciencia, con total seriedad y no dejarnos distraer por peleas y falsas promesas. A votar pensando en el bienestar de todos y analizando las propuestas de los candidatos.