¿En qué idioma les está hablando a sus clientes?
Al consumidor ya no lo define únicamente su género, ubicación y estado civil, sus motivaciones y miedos son más importantes a la hora de comunicarse con su audiencia.
En ese orden de ideas, destacar las características de sus productos y las ventajas en cuanto a precio, no es suficiente. Necesitamos identificar las necesidades inmediatas del cliente así como las emociones que rodean dichas necesidades.
Para no llenarlos de términos complejos, vayamos a un ejemplo práctico: es diferente venderle un televisor de 60 pulgadas a una pareja de aventureros que a un matrimonio joven aficionado por el fútbol y las series.
Pasemos a la segmentación de emociones y sentimientos. Comprender que nuestro público no viene en un único empaque y que sus intereses son diversos, es fundamental para orientar la comunicación de nuestros productos y servicios.
No es lo mismo decir “Viaje a San Andrés para dos personas en clase ejecutiva” que “El mar de siete colores te espera para tu próxima aventura”. No es lo mismo la foto de un glamping que el video aéreo de un drone. Mucho menos es igual la imagen del rio que el sonido natural que se escucha en la radio y en la televisión.
Las personas siguen yendo a cine, caminando en el parque, visitando centros comerciales, viendo Netflix, escuchando radio o Spotitfy, un universo de oportunidades para conectar las audiencias con sus experiencias cotidianas. Lo digital pasó de ser novedad a un medio obligatorio y potente, claro está, pero para algunos se ha convertido en una zona de confort y sus clientes sienten que les están hablando en chino.
En adelante nos queda la enorme tarea de identificar necesidades y traducirlas. Así podremos rediseñar un mensaje que nos permita hablarle al consumidor en su mismo idioma.