¿Cómo será Ibagué D.C?
Transcurridos cuatro meses soportando los rigores de los decretos que prohíben, prohíben y prohíben y sumado a ello la incertidumbre de hasta cuándo, muchos se preguntan: ¿cómo será Ibagué después del covid-19? Para responder esta inquietud y con amigos y conocidos que hoy tienen más tiempo que antes, a varios de ellos les hice la pregunta para visionarla en positivo y negativo. Al leer sus comentarios, comprobé su resiliencia para afrontar el momento histórico que se vive, sin querer entrar en modo pausa. Gracias mil a todos ellos por sus aportes.
En positivo: Transformación personal en cuanto al manejo tiempos trabajo versus familia. Comprobar que el trabajo desde casa es más extenuante. Validar que las personas con las que se convive, son las indicadas para hacer llevadero el nuevo estilo de vida. Valorar infinitamente los momentos de felicidad que aparecen como destellos, porque definitivamente “la vida es un ratico”. Descubrir la capacidad de adaptación al cambio. Para algunos fue la oportunidad de sacar a flote el innovador o emprendedor que en su interior esperaba justo el momento para entrar en acción. Se valora infinitamente la expresión de humanidad y solidaridad de tanto ibaguereño.
Superada la crisis los ibaguereños serán más regionalistas y darán prelación a lo que se produce o fabrica en la ciudad. Surgirán nuevas alternativas para fortalecer la inversión, teniendo en cuenta la demanda interna, sin descuidar la externa. Se avanzará significativamente en las negociaciones virtuales. Si es verdad que superada la crisis, las personas tendrán cambios significativos en su sensibilidad, cooperación y responsabilidad social, seguramente las pocas o muchas personas y empresas que en esta coyuntura generaron mayor rentabilidad, podrán retornarle a la ciudad a través de proyectos especiales y de impacto para su la calidad de vida.
Esta coyuntura ha permitido que la opinión pública conozca el real liderazgo de quienes ostentan el poder, tanto en lo público como en lo privado. La crisis ha permitido medir la vulnerabilidad de la ciudad en todos sus frentes (salud, salud preventiva, empleo, educación, movilidad, infraestructura, cultura ciudadana, entre otros). Existe gran expectativa por el papel de los gremios económicos en esta trascendental coyuntura. La ciudad está en punto de quiebre y se alista para asumir nuevos desafíos. El tiempo de resguardo será de reflexión y dejará lecciones de vida en lo personal, social y profesional.
En negativo: Ibagué está afectada por el cierre de miles de empresas que impactan dramáticamente los indicadores de desempleo y por supuesto de recesión económica en toda la región. Se necesitará de fórmulas concertadas para minimizar este fenómeno social, que agobia desde hace muchos años a miles de ibaguereños y en especial a los jóvenes. Equilibrar el empleo formal y minimizar la informalidad, serán retos de dimensiones mayúsculas ¿tiene Ibagué en sus gobernantes y dirigentes a los titanes de esta misión?
La coyuntura fue el momento para desnudar las complejas realidades que afronta el empresariado colombiano respecto de sus cargas impositivas y laborales y comprobar como el peso de la informalidad de alguna manera fue un paliativo para la reactivación, pero infortunadamente no le alcanzó para acceder a los beneficios que otorgó el gobierno nacional, que sólo cobijó a los empresarios formales.
La academia virtual y sin práctica efectiva y presencial impactará la calidad de formación para la mano de obra calificada. La poca cultura de la previsión y el ahorro, hace más honda la crisis económica de las personas. De no darse un cambio asertivo de actitud, los ibaguereños afianzarán la imagen de abúlicos y ataráxicos con la que se les califica frecuentemente, por aquellos que opinan desde afuera. El relevo generacional para la ciudad no ha tenido los efectos positivos de la renovación y oxigenación en los diferentes ámbitos regionales. Por el contrario se está consolidando un estilo absolutista que desde ya se avizora, podrá darle buenos frutos a unas minorías, mientras el atraso y la corrupción se entrecruzan ante la mirada impávida de dirigentes políticos y gremiales.
Existe preocupación por la destinación de los dineros de los presupuestos, que en estos momentos se direccionan para conjurar los efectos de la pandemia en lo social y económico, lo que a futuro podría ser de gran afectación para los proyectos y las grandes obras que requiere Ibagué. Se percibe frustración en casi todos sectores por el papel de muchos gremios, que han sido inferiores al reto que en estos momentos enfrenta la ciudad, sin medir los alcances y las consecuencias del mediano y el largo plazo. En poco tiempo los hogares de ingresos medios estarán en la pobreza y los más pobres clasificarán en la miseria, lo que finalmente se puede traducir en el incremento de indicadores negativos, entre ellos la delincuencia.
En plena crisis social y económica los gobernantes hacen muchos anuncios, pero nada se concreta, mantienen discurso de candidatos, sin asumir la responsabilidad de gobernantes. Hacen daño las confrontaciones internas de la ciudad por la lucha de poder que entrañan intereses personales y no del bien común,
Está la gran preocupación de no afrontar este momento para cambiar los hábitos y costumbres de los ibaguereños, donde se nota la envidia, la rivalidad, la dificultad de trabajar en equipo. Quien no está o piensa como algún personajillo, entonces se está en su contra o se es resentido. De inculcar a las nuevas generaciones estilos propios de visionar y proyectar ciudad. De no existir real y sincera comunión entre gobierno, gremios y academia, la ciudad podría caer en una crisis de dimensiones insospechadas.
Contrastando lo positivo con lo negativo, se puede concluir que está bajo la responsabilidad de todos los ibaguereños, asumir un cambio de pensamiento y actitud, para impedir que Ibagué después del Covid-19, sume a sus eternos problemas nuevos y peores males. Ah, y que nos libre de seguir manejada por gobernantes corruptos y mediocres, esa funesta combinación que a la postre viene frustrando el arranque y despegue como ciudad moderna que se sintoniza con el siglo xxi. Nos ayude Dios.
Punto final. Llama la atención la agresiva reacción de quien no lleva tapabocas y alguien le pide que lo use, muy similar a la del corrupto cuando se le enrostra su dañino proceder.