Sin apresurarse
Asegurar a estas alturas que una encuesta que se hizo hace casi un mes sustenta la adhesión o separación a 'x' o 'y' campaña sería una grave equivocación cuando la fotografía de lo que para aquel entonces pensaban los ciudadanos es hoy otra totalmente distinta.
Si el célebre por demás representante a la cámara José Elver Hernández Casas o 'choco' como mejor le conocen, aterriza ahora en la campaña de Andrés Fabián Hurtado dando credibilidad a la encuesta del Centro Nacional de Consultoría que lo ponía segundo el 16 de septiembre, habría que decirle que su decisión es el equivalente a tomarse un vaso de leche que se venció hace un mes, la analogía también aplica para las consecuencias.
Hay que ver nada más el comportamiento de las mediciones aplicadas para el caso de la capital de la República.
De un 48 por ciento de favorabilidad hace dos meses, imponiéndose sobre todos los demás aspirantes, Claudia López estaría hoy según la intención de voto tres puntos por debajo de Carlos Fernando Galán quien lidera el sprint por el Palacio Lievano, ambos sobre el 30 por ciento.
Esta realidad cuestionable por quienes le restan crédito a las encuestas devela un panorama aún más preocupante y es que ni poderosas e inimaginables coaliciones como la que respalda a Miguel Uribe estarían teniendo la aceptación de los electores.
Por otro lado, ponen de presente la importancia de las encuestas como mecanismos para construir tendencias e influir sobre la opinión pública.
No tener sondeos serios y profesionales en pequeñas ciudades como la nuestra que son excluidas de los ejercicios de los grandes medios, marca una desventaja para el electorado y los candidatos.
Por eso, enhorabuena los tolimenses esperamos los resultados de una nueva medición a cargo esta vez de Invamer anunciada por Ecos del Combeima y El Nuevo Día para la próxima semana, una lectura actualizada que con seguridad mostrará cómo se reacomoda la baraja.
Aunque para quienes pierden, siempre los resultados serán producto del pago de uno de sus contendores y se pondrá en tela de juicio la idoneidad y ética de las encuestadoras, lo único que deberíamos reclamar de hombres y mujeres que tienen la posibilidad de elegir a nuestros futuros gobernantes es apartarse de ese nefasta mentalidad triunfalista a la que pueden conducir equivocadamente las estadísticas.
No hay que votar por el que va a ganar, mejor hacer que gane el más calificado, la propuesta que nos garantice cuatro años de mejores prácticas políticas y ejecuciones en lo público transparentes para el beneficio de los más necesitados.