Popular pero ineficiente
Cuando una firma encuestadora enuncia nombres de candidatos y pregunta a cuál de ellos usted conoce, debería hacer una necesaria distinción del significado más amplio de, ese término.
Conocer supone mucho más que verlo en una valla, escucharlo en un comercial o seguirlo en una red social.
Por eso después de los resultados del sondeo aplicado por el Centro Nacional de Consultoría para Alcaldía de Ibagué, lo que deberíamos preguntarnos es si los ciudadanos realmente saben en manos de quién pueden quedar los destinos del municipio.
Mal haríamos en dedicar este espacio a desacreditar a unos u otros, pero la lógica obliga a entregar elementos de juicio para que los electores hagan una mejor aproximación a la identidad de los candidatos en contienda.
Entonces empecemos por el empresario de la radio Rubén Darío Correa quien se supone lidera la intención de voto.
Si bien no hay evidencia de su participación en hechos delictivos, ni procesos judiciales que le puedan incriminar, dignificar la política implica ser modelo de comportamientos éticos responsables.
El todo se vale no pasa únicamente por comprar votos, avales o negociar con puestos mediante prácticas clientelistas, también habla del juego limpio, en igualdad de condiciones.
Correa abandonó esa partida cuando teniendo claros sus intereses políticos utilizó la función social del periodismo y un medio de comunicación de prestigio como plataforma para el lanzamiento de su campaña.
El predialazo, la iniciativa para construir escenarios deportivos a partir de una colecta que fracasó pero que le permitió estrechar lazos con quien sería su principal financiador: Henry Escobar, no hablan bien de esa forma de hacer política que pregona como independiente y alternativa.
De su cosecha también es el avivamiento de manifestaciones entre habitantes de los barrios del sur por el agua, que tampoco fueron conducentes a nada más allá del show mediático donde posó para la foto de las primeras planas y los diplomados de tutelas, vendidos como la panacea para resolver muchas necesidades sociales.
De sus días de empresario de radio no hay que olvidar desde sancochos hasta celebraciones de cumpleaños a adultos mayores, entrega de mercados y colectas, tácticas que le mantuvieron en los primeros lugares de sintonía, capital necesario para negociar la pauta oficial.
Correa para parafasear la campaña de Peñalosa es un candidato popular, pero ineficiente que encarna bien los antivalores de la política de usanza: hacer de las necesidades de los más pobres una oportunidad, de soluciones cortoplacistas.
Goza de afecto en esos sectores acostumbrados a saborear la comodidad del asistencialismo, a los que el analfabetismo sobre el ejercicio de la ciudadanía hace que poco o nada les importe el manejo del presupuesto público, la moralidad, la eficacia y la economía y menos el perfil de sus gobernantes.
Si bien es un hombre sin experiencia en lo público como otros de sus contenedores, cosa por lo que no se le podría condenar, se diferencia notablemente de ellos en lo superficial y descontextualizado de sus conceptos, como se evidenció en reciente debate organizado por Ecos del Combeima.
De ese ejercicio quedó claro que no será el Alcalde de los 500 mil jefes si no del medio millón de asesores, pues todas sus respuestas a la hora de plantear escenarios de toma de decisiones parecieran pasar por elevar consultas a terceros.
Es claro que quizás en otros contextos esta sería una figura con la que como hoy muchos piensan podríamos probar suerte para arriesgar, pero después de ocho años de malas ejecuciones, con un municipio endeudado y limitados recursos propios para inversión, lo sensato es pensar en lo que verdaderamente necesita Ibagué, una opción suficientemente probada en los ejercicios de administración y gerencia, con carácter, capacidad de gestión, visión y habilidades para integrar a todos los actores de la sociedad en una apuesta de co-gobernanza
Así que si no hay nada más allá del 15%, después de los números y las preferencias de 700 personas... que pase el siguiente.