Francisco más allá del catolicismo

En el año 2023 tuve la oportunidad de estar unos días en Roma junto a mi esposa y mi hija. Por coincidencia divina nos hospedamos muy cerca del Vaticano a donde caminábamos con frecuencia para conocer y pasar los días del verano europeo. Aunque no estaba en nuestros planes (pues desconocíamos el detalle del contacto del Papa con la gente), la mañana del domingo 13 de agosto al pasar por la Plaza de San Pedro y ver una gran aglomeración de personas, percibimos que algo anormal sucedía, y que contrario a lo que habíamos visto en días anteriores, se sentía un ambiente colorido, alegre y festivo. Como si algo extraordinario fuera a ocurrir.
Al cabo de un tiempo de permanecer allí y establecer contacto con algunas personas que se encontraban en el lugar, nos enteramos de que el Papa Francisco estaba próximo a salir por una de las ventanas del palacio apostólico para celebrar el “Ángelus”, una oración que realiza el Papa en ejercicio los domingos a medio día junto a los fieles que se agolpan en la Plaza de San Pedro, en recuerdo del misterio de la Anunciación y la Encarnación. Allí esperamos aproximadamente dos horas, hasta que los gritos y los aplausos de quienes ondeaban banderas de diferentes países del mundo como si se tratara de un evento deportivo al estilo de los mundiales de fútbol, anunciaron la salida del Papa quien en seguida con un argentinizado “buongiorno” despertó la euforia de todos quienes allí estábamos presentes.
Esa tarde, el Papa Francisco dedicó 15 minutos para recordar la forma en que Jesús caminó sobre las aguas frente a sus discípulos y logró dominarlas, para ejemplificar que a las fuerzas del mal también se les puede dominar, así como a los pecados del mundo moderno con la ayuda de Dios. Francisco en ese cuarto de hora, habló de la importancia de no tener miedo y rezó por las víctimas de naufragio en el Mediterráneo que por causas políticas y sociales habían querido emigrar a Europa, haciendo un llamado a los líderes políticos a darle prioridad al diálogo, la concordia y la paz. No podré olvidar esa experiencia, así como tampoco la emoción de la gente con ver al máximo jerarca de la iglesia católica, aunque fuera a varios metros de distancia.
Y es que más allá del contexto religioso, Jorge Mario Bergoglio logró trascender como líder mundial. Promover la paz, el amor, la inclusión, pero sobre todo la humildad. Esa misma humildad que tuvo hasta el día de su muerte y para lo que pidió ser enterrado en una sencilla caja de madera, sin ningún lujo, contrariando la opulencia de las paredes de la capilla Sixtina y sus alrededores.
Ese es el mensaje que debe quedarnos luego de la muerte del Papa Francisco. El respeto por la diversidad, el amor por la humanidad a pesar de las diferencias, pero, sobre todo, la seguridad de que Dios no rechaza a nadie, y de que tal como le dijo el Papa a una chica identificada como no binaria en un documental presentado por Netflix, quienes en nombre de la religión rechazan o promueven el odio, no son más que unos infiltrados de la fe. Pueda ser que el cónclave que se avecina permita un nuevo Papa, que continue con los postulados de Francisco, alejados de los radicalismos y de los retos del mundo del hoy, cada vez más complejo. Paz en su tumba, querido Bergoglio.