El incalculable valor de un parque
Que no hace referencia al valor económico por su extensión en terreno o al amueblamiento que posea como bien de uso y servicio público. Pero si a su invaluable importancia respecto de la lúdica, como una manera de buscar la realización personal, bienestar e interacción social, a través del deporte y las actividades encaminadas a satisfacer la necesidad instintiva del individuo al ocio.
Ibagué podría estar alrededor de los 350 parques, ubicados en los más de 700 barrios con los que cuenta la ciudad, y que a lo largo de esta administración vienen siendo objeto de adecuaciones como parques biosaludables, acorde con las tendencias que se aprecian en gran parte de los parques del territorio nacional.
Por estos días las comunidades de tres sectores de la ciudad, se vieron beneficiados con inversiones: El Mega parque del barrio Santa Rita y sus alrededores, el parque lineal de la Avenida Ferrocarril calle 42 y 47 y el parque Mitos y Leyendas entre los Barrios Yuldaima y Galán.
En estos escenarios deportivos, lúdicos y culturales, la administración municipal, con el pago de los impuestos de los Ibaguereños, destinó más de 7 mil millones de pesos, sin contar los otros recursos que se direccionan para el mantenimiento, embellecimiento y adecuaciones especiales de los demás parques en la ciudad, a través de la importante labor que hace Ibagué Limpia.
No hay que perder de vista que estas nuevas obras quedarán a la total disposición de las personas que deseen hacer uso de los escenarios, máquinas, parqueaderos, así como a todos las demás bondades que ofrezcan, y ahí está el gran reto de exhibir la conducta de la cultura ciudadana, esa que en la mayoría de parques, plazoletas y espacios públicos de la ciudad es tan escasa y para algunos pasada de moda.
Porque una cosa es que el corte del césped, la poda de los árboles y la recolección de las basuras de los parques, están en cabeza de la empresas del estado responsables de estos asuntos, y otra muy distinta el comportamiento vándalo que exhiben muchos visitantes a estos espacios, que llegan a destruir, a enmugrar, a contaminar y a convertirse en tierra arrasada, olvidando el daño que están haciendo a la comunidad.
Caso aparte en los parques y escenarios públicos de la ciudad, es la presencia de los consumidores de vicio, quienes se han vuelto paisaje en estos espacios, y no sólo en nuestros parques, esto es un dolor de cabeza en todo el país.
Importante y difícil labor tienen los líderes comunales, las empresas responsables de estos asuntos, porque con pedagogía, jornadas de concientización y presencia permanente en estos espacios, pueden coadyuvar a la preservación de obras que enorgullecen y embellecen y para que más temprano que tarde, se anuncie su deterioro, no por el uso normal, sino por el abuso, la falta de amor y sentido de pertenencia de los usuarios y visitantes.
De alguna manera estas obras y actividades complementarias, buscan mitigar la catastrófica ausencia de los escenarios mayores del deporte y la recreación, como lo fueron el parque deportivo y el complejo deportivo de la 42 con quinta, que siguen a la vista de propios y visitantes, como el mayor monumento a la desidia y falta de voluntad política de sus gobernantes y dirigentes.
Por el aporte incalculable que hacen los parques a la vida de los seres humanos, estos espacios merecen el mayor respeto.