La Marca Ibagué: ¿Un embeleco?
Con alborozo y alegría se anunció la renovación por otros 10 años de la marca Ibagué, para consolidarla como una ciudad con patrimonio folclórico, cultural y musical con destacada representación en el contexto nacional.
Los antecedentes de Marca Ibagué datan del 2008 cuando por iniciativa de un Acuerdo del Concejo Municipal, se registra ante la Superintendencia de Industria y Comercio dicha solicitud. La iniciativa se enmarcaba en el título que desde el 2004 ostenta la ciudad como “Capital Andina de los derechos humanos y la paz” otorgado por el Parlamento Andino.
Sumado a ellos los trabajos que se adelantaban en el panóptico, que en el 2000 y después de más de 100 años de ser un centro de reclusión en donde se vulneraban terrible y despiadadamente los derechos de los presos, éste se convertiría en el gran museo de los derechos humanos y como un referente de cultura, libertad y vida, según palabras de un directivo responsable del fallido proyecto.
Las expectativas generadas con la construcción del museo, se fueron desvaneciendo, porque a lo largo de estos casi 20 años, en medio de convenios interadministrativos, contratos, liquidaciones, adiciones, prórrogas, incumplimientos, suspensión de obra, contratistas corruptos, mala administración, entre muchas de las actuaciones, los recursos malgastados del orden nacional, departamental y municipal, superan los 12 mil millones de pesos.
La gran pregunta: ¿cuál fue el principal argumento para la renovación de la marca? Si a la fecha, Ibagué tiene aplazado el orgullo de disfrutar un museo con todas las características de la museología y la museografía, con zona antigua, zona nueva, terrazas, patios de conferencias, pinturas en muros interiores, entre muchas de las bondades que nos pintaron. Qué cosa si nos dicen mentiras y dilapidan los recursos.
La marca Ibagué, podría servir para que obligatoriamente los eventos de tradición en la ciudad, hagan parte de la agenda del alto gobierno y sean incluidos de las rutas turísticas del orden nacional, como una estrategia de convertir a Ibagué en destino turístico. Eso no está ocurriendo, porque cuando llega la temporada de vacaciones, festividades o eventos importantes, al consultar destinos recomendados, Ibagué no aparece por ningún lado.
La marca Ibagué podría servir para ser sede de grandes eventos culturales y deportivos. No tenemos escenarios para deportes, los existentes se demolieron, con la falsa promesa de tener los mejores escenarios del país, a hoy sólo ruinas. Ah, ahí está el Murillo Toro, pero no solo de fútbol vive el hombre.
La Marca Ibagué bien podría tener el compromiso tanto de la administración municipal como departamental, para dar o gestionar recursos al Museo de Arte del Tolima, un espacio importante y destacado de cultura, digno de mostrar a propios y visitantes.
Interesante conocer los documentos que soportaron la renovación de la Marca Ibagué ante la Superintendencia de Industria y Comercio, porque da para pensar, que la ciudad que mantuvo o renovó su marca, no es en la que actualmente vivimos, 10 años de ostentarla, nada cambio y vamos por lo mismo.
En un escrito de noticia, se resalta que Ibagué mantuvo el reconocimiento por encima de Bogotá y Medellín, pero es que en esas ciudades para progresar y hacer obras, no necesitan registrarse como marca. ¿Entonces, ese trámite resultar ser un mero embeleco? Toca averiguar bien.