La grandeza está en su gente humilde y trabajadora
Y es la Federación Nacional de Cafeteros, la institución que goza de un aprecio generalizado desde su nacimiento en 1.927, el mismo año que nació su pensionado Eladio Montoya (+) quien enseñaba a conocerla y también quererla. Y tal vez por ello, no entendemos como otra gente que se benefició de ella y de su presupuesto, y que hasta se aprovechaban de la condición de directivos, como solían llamarlos en esa época, denigran de esa organización como si fuese una de aquellas instituciones públicas donde impera el manejo turbio y las componendas; tal vez, confundiéndola con algunas otras de las que ellos hicieron parte, y donde seguramente también se creyeron los iluminados y dueños de la verdad.
Es tan grande esta organización cafetera que tiene casi un siglo de existencia, y ha sobrevivido dentro de un periodo muy duro y difícil, donde se ha vivido lo peor, incluyendo la Segunda Guerra Mundial, profundas crisis económicas internacionales y prolongadas pandemias, y la peor y más larga violencia nacional narco-guerrillera y narco-paramilitar. Pero también ha sobrevivido al ataque indiscriminado de doctores educados, o quizá entrenados al otro lado del charco, tan solo, para actuar como francotiradores de la moral personal e institucional.
Es indudable que en muchas regiones y durante muchas décadas y ante la ausencia del estado colombiano, apareció como su reemplazo la guerrilla, y en otras el paramilitarismo como también el narcotráfico; pero en las regiones cafeteras, que son muchas, estaba firme e inamovible la Federación Nacional de Cafeteros, actuando como un muro de contención contra todo ese karma nacional generador de violencia y pobreza; una agremiación nacional representando y defendiendo la institucionalidad, y haciendo las veces de estado, cuando llevaba energía eléctrica a las áreas rurales, edificaba y dotaba escuelas, construía puentes y hacía acueductos, trazando caminos interveredales e intermunicipales con sus mulas cargadas de café, que luego se convertirían en las vías terciarias que hoy espera el país sean mejoradas por este gobierno, y también por los gobiernos departamentales; pero siempre ahí, la FNC haciendo patria, dando ejemplo organizacional y literalmente construyendo país.
Comunidad cafetera, amante y respetuosa de la libertad y de la propiedad privada, aunque muchas veces apolíticos suelen odiar la tiranía, porque en su organización cafetera impera la democracia, la sana convivencia, la solidaridad, el cooperativismo, el respeto por la institucionalidad y el buen ejemplo.
Para no hablar de cifras recientes, y decir que la producción nacional viene disminuyendo mientras sus oportunidades siguen creciendo; que para el mes de abril de 2023 registró una disminución en el número de sacos producidos frente al mismo periodo del año pasado, y también que el acumulado de los últimos 12 meses es inferior, y que este último cuatrimestre produjo cerca del 6% menos que el mismo periodo del año pasado, o que el precio interno es injustamente menor del que debería tener para beneficiar hoy mas caficultores, o que el precio de una tasa al cliente final muestra un injusto desaprovechamiento comercial en beneficio de mejores ganancias y condiciones para todos.
Debemos contradictoriamente decir, que las oportunidades siguen ahí, y que en la última subasta internacional de los mejores lotes de café, alcanzó un precio record promedio de 22,77 USD la libra, mientras un lote producido en Norte de Santander fue adquirido por koffe Kult -USA POR 120,50 USD la libra. Todo lo anterior para concluir, que sigue siendo el café colombiano uno de los mas apetecidos del mundo y que un redireccionamiento en su estrategia, podría traer grandes beneficios a quienes producen los cafés especiales que demanda hoy el mundo. El café colombiano, como su organización, llena de orgullo a todo un país, pues además de ser parte del ADN, es la esencia de toda nuestra nación.
Los cafeteros nunca han atentando contra la institucionalidad, y, por el contrario, son ejemplo como comunidad y organización, son y han sido un bastón para el crecimiento y desarrollo socioeconómico nacional; son pequeños productores en su mayoría con menos de 3 o 4 hectáreas, que la han luchado por generaciones bajo el amparo de la legalidad. Son 546 mil familias que sueñan con construir un capital de trabajo para salir adelante y mantener una forma digna de ganarse la vida. Es un sector que demanda alrededor de 2.5 millones de empleados (directos e indirectos) y aporta el 0,5% del PIB total y cerca del 13% del PIB agrícola nacional.
En el Tolima con mas de 106 mil hectáreas sembradas en café, distribuidas en 71.330 fincas de 61.861 familias cafeteras, ubicadas en 38 de los 47 municipios, donde genera 77.500 empleos directos y cerca de 168.000 indirectos, siendo hoy el tercer productor nacional con una participación del 13,3% de la totalidad. Y Como miembro activo de la RAPE Eje Cafetero, sustenta gran parte de esa dinámica económica regional y sin duda fortalece y justifica ese legado cafetero regional.
Esperemos entonces que sea este el momento, para reconocer su importancia en la democracia económica nacional y el respeto por la institucional, que representa este gremio, su grandeza y su gente.