¿La mortandad solo en las microempresas?
Conforme datos suministrados por la Cámara de Comercio de Ibagué, con corte a 31 de diciembre de 2019 el tejido empresarial de la ciudad está conformado por 26.479 empresas, donde el 96.2 por ciento corresponde a micro, el 2,299 por ciento a pequeñas, el 0,68 por ciento a medianas y el 0,13 por ciento a grandes empresas. En la misma vigencia la cancelación de empresas creadas entre el 2013 y el 2019 fue de 2.376. Como subsector económico el comercio y reparación de vehículos tiene el 43.37 por ciento de participación, después el alojamiento y servicios de comida con el 11.81 por ciento y en tercer subsector la industria manufacturera con el 10.24 por ciento, seguidos de 17 subsectores que completan la dinámica empresarial en la ciudad.
La actividad económica de la ciudad se concentra en 20 sectores, con 2.173 supermercados, minimercados y tiendas, 1.112 restaurantes y 945 empresas de comercio al por menor, donde también se suman 17 actividades, para acumular un total de 13.322 empresas que se llevan el 50.31 por ciento del total del tejido empresarial.
Con las medidas, los lineamientos y las restricciones del orden nacional, seccional y local por el covid-19, en la ciudad 7.218 pueden estar operando conforme a la clasificación de su actividad económica, pero dicho informe registra que tan sólo el 4.24% está ejerciendo actividad, o sea un poco más de mil empresas. Con ese escenario y la paralizada economía paralizada de por lo menos 25 mil empresas, lo que resta del año será un periodo dramático porque muy seguramente se desencadenará la cancelación y el cierre de empresas y por consiguiente los indicadores del desempleo y la pobreza crecerán desmedidamente. Con el agravante de que en ese universo de las 25 mil microempresas, un elevado porcentaje no tiene vida crediticia lo que dificulta el acceso a créditos bancarios que les permita reacomodarse económicamente. Ya se escucha que están los gota gota haciendo de las suyas. (Informe Camara de Comercio de Ibagué).
Por eso, entre las 33 grandes y las 179 medianas empresas afincadas en Ibagué, está buena parte de la responsabilidad de ayudar a mantener el equilibrio económico y propender por la protección de la salud y el apoyo a sus trabajadores. Jamás pensar que esta coyuntura pueda ser la oportunidad para desmejorar o desvincular a sus empleados, sin que medie un diálogo social de entendimiento y concertación con los trabajadores donde se socialice la verdadera situación de la empresa y en consenso se llegue a una fórmula que permita mantenerla en funcionamiento. En algunas entidades de muy buenos presupuestos se vislumbran opciones que podrían desmejorar a los trabajadores, situación que riñe con la filosofía empresarial que en estos momentos se pregona, y es la de proteger al trabajador. Ejemplos Comfenalco y la Cámara de Comercio.
En ese sentido, inquietaron las declaraciones en medios radiales de las directivas del Sindicato de la Corporación Club Campestre de Ibagué, quienes expusieron la situación que se está presentando en dicha entidad, con motivo de las decisiones que en materia laboral y para hacerle frente a la situación derivada del covid-19 se están tomando, una de ellas fue la de suspender los contratos de trabajo a 76 trabajadores por el término de tres (3) meses, a pesar de haberse dado conversaciones entre empleador y trabajadores donde el sindicato en su representación, aceptó la propuesta inicial hecha por el club, que era la de disminuir de manera porcentual los salarios, y así minimizar el impacto en los gastos de la nómina. Situación que generó la reacción y preocupación del sindicato, porque una cosa se acordó y otra se notificó. Igualmente se dio la cancelación de 32 contratos de trabajo a través de empresas de servicios temporales. Lo más parecido a una masacre laboral.
Como socios del club se cuentan parte de los empresarios y emprendedores de Ibagué, que se esfuerzan y preocupan por mantener intactas sus nóminas, como una forma de proteger a los trabajadores, en este caso es importante que se revisen estas atípicas decisiones que agudizan y profundizan la situación de pobreza laboral que ya afronta la ciudad y que de alguna manera van en contravía de la legislación, la jurisprudencia y los preceptos de la OIT.
Al respecto surgen algunas preguntas: ¿Así de mal está la Corporación qué no tiene como acceder a un crédito bancario que le permita mantener su nómina mientras dure la emergencia del covid-19? ¿Entonces los socios no están pagando las cuotas? ¿No tienen liquidez y vive del mes a mes? ¿Los recortes de gastos en época de crisis, evidencian los excesos en tiempos normales? Es de dominio público que muchas empresas han negociado descuentos en los rangos salariales más altos, pero favoreciendo a los trabajadores de menores ingresos. En este caso, por la naturaleza de la entidad, la imagen de solidez que proyecta y la calidad de sus socios, no cae bien la iniciativa de comenzar a podar gastos con la afectación de derechos fundamentales. No vaya a ser que el covid-19 esté desnudando la real y crítica situación financiera que estaría afrontando del club.
La anterior situación nos deja la reflexión de que en esta crisis no sólo habrá mortandad de microempresas, también podrán contarse instituciones o entidades que por muchos años se contaron dentro de las más sólidas, con excelente clima laboral y respeto por sus trabajadores. Un panorama muy desalentador.
Dos puntos finales:
El hijo de un esforzado y juicioso empresario de la ciudad, que aún no le ha dado un golpe al mundo, dándoselas de “cacao” salió a refutar una de mis columnas. Al parecer a los pocos días de dicha publicación, en nombre del papá se fue a entregar mercaditos a una institución necesitada y haciendo alarde de la generosidad de su padre, subió a las redes sociales las imágenes de su entrega. ¿Luego que la mano izquierda no debe saber qué hace la derecha? A quien engañas amigo.
Me ratifico, muchos personajes con sobrada capacidad económica para hacer donaciones importantes en la región, al momento pasan de agache. Y no especulo.