Queriendo ser curramba
Dicen que las comparaciones son odiosas y en algunos casos no solo lo son, también resultan desproporcionadas y descontextualizadas. Por: Andrés Forero.
Quisiéramos seguir patrones y modelos de ciudades europeas centrados en la forma pero obviando lo sustancial.
Y no está mal querer abandonar una visión parroquial para soñar con una Ibagué futurista y prospectiva. Jamás estará mal soñar, lo que está mal es quedarse soñando y no hacerlo posible.
A nuestros administradores públicos les encanta equipararnos con Holanda y Francia impulsando sistemas alternativos de movilidad, sin haber podido reorganizar antes en lo básico el transporte público colectivo o desarrollar infraestructura vial.
Sin embargo, hay quienes han podido hacerlo y lo han hecho bien.
Entonces, seamos odiosos, muy odiosos para preguntarnos cómo otros lo han podido hacer y lo han hecho bien en su apuesta de transformar ciudades.
Con un 96% de aprobación en su gestión Alejandro Char es hoy un claro ejemplo.
Barranquilla está en obra en todos los frentes, tanto públicos como privados, una muestra de confianza inversionista.
No se trata de proyectos inocuos, al contrario verdaderas soluciones a las necesidades de los ciudadanos que tampoco se han quedado en bien logradas proyecciones 3d sino en resultados tangibles a la vista de todos.
La capital del Atlántico cuenta hoy con cada vez más y mejores escenarios deportivos, el malecón del río Magdalena que se consolida como uno de los lugares más visitados por los turistas en Colombia, en diciembre se entregará el puente más ancho de América Latina y ahora proyecta la construcción de su tren ligero.
Recientemente se han invertido unos 700 mil millones de pesos en la canalización de arroyos que antes paralizaban la ciudad, mientras la inversión social (la mayor de toda Colombia, llega a $2.296.000 por cada habitante y la pobreza monetaria, cayó de 43,3 por ciento al 20% en diez años.
¿Cuál es la fórmula? El primer paso, acabar con el síndrome de Adán en las administraciones pensando que al llegar al poder todo está por inventarse, para borrar de un plumazo todo aquello que su antecesor haya podido hacer bien.
Lo segundo, planear responsablemente desde ejercicios claros de gobernanza y transparencia.
Lo tercero, contar con el concurso de todas las fuerzas vivas, la clase dirigente en Bogotá y la credibilidad de los ciudadanos.
Emociona escuchar a los barranquilleros de a pie decir que pagan con gusto sus impuestos porque ven reales ejecuciones, mientras en la parroquia que sueña con parecerse a Ámsterdam o París, se adjudican obras a los que luego se les tienen que iniciar procesos de caducidad por incumplimiento, tropiezo tras tropiezo, por ligereza e improvisación.
Como ya lo hemos dicho desde esta tribuna quien venga a asumir el primer cargo de elección popular en Ibagué tiene una gran tarea y mucho más inmensa responsabilidad: darle una real transformación a la ciudad más allá de los espejismos.
Por ahora seguimos contando. 237 días para que cese la horrible noche.