¿Tradición o crueldad? ¿Vida o muerte?
El Festival Folclórico Colombiano ha sido, sin duda alguna, una gran oportunidad para la reactivación económica de la ciudad y de la región. Del mismo modo, debo también contar lo anecdótico del caso que a veces olvidamos, y es el increíble valor cultural que es la preservación de nuestras raíces y nuestro folclor para la creación del tejido social, tema en el que como departamento hemos sido líderes. Sin embargo, el avance del tiempo y de las tecnologías de la información nos ha educado como sociedad, no en una perspectiva purista y occidental que satanice nuestras tradiciones culturales, sino desde una perspectiva más humana, que nos hace “revisar” si lo que hemos llamado tradicional, y defendido durante años por dicha característica, no es más que un acto de barbarie.
Justo frente a esto quiero hablar, un tema polémico y espinoso. Corralejas, coleo, tauromaquia, cabalgatas, y demás tradiciones de la cultura colombiana en las que la interacción humano-animal es una constante, siempre con reservas y excepciones.
Por lo menos dos episodios recientes deben saltar a la mente, la reciente Cabalgata Sanjuanera y la tradicional corraleja del Espinal que terminó con un balance nefasto. En primer lugar, es menester hablar del argumento más utilizado al discutir estos temas: no se deben prohibir estos espectáculos por su carácter cultural y tradicional. Allí hay algo de razón, no se puede separar estas tradiciones de su contexto social e ignorar su valor cultural y tradicional, como ya lo demostró Geertz al estudiar las peleas de gallos en Bali. Por barbáricas que puedan resultar están arraigadas en la historia. Sin embargo, considero que dicho análisis es demasiado insípido y es necesario pasar de la lupa que observa a la mano que hace, del ver al deber ser y, para mí, ese deber ser es construir una sociedad donde estos actos de barbarie no sean más que una anécdota en las páginas de la historia.
¿Qué hacer entonces? Para construir esa sociedad libre de crueldad, del deber ser, en el que el morbo del maltrato deje de ser fuente de entretenimiento, hay cierto tipo de espectáculos tradicionales que, en definitiva, deben dejar de existir. Habrá otros, como lo es la cabalgata realizada en Ibagué que deben ser fuertemente regulados y reglamentados, no solo para garantizar el muy necesario bienestar de los animales, sino también el de los asistentes. Licencias para cabalgar, registro animal, contratos de alquiler y pruebas de alcoholemia son trámites necesarios para garantizar que los eventos culturales no se conviertan en ferias de la barbarie y la crueldad.
Hoy como país, como región y yo como persona lamentamos lo sucedido en el Espinal. Pero debo dejar una reflexión final después de esta discusión, no podemos, como sociedad, voltear la pirámide de prioridades y poner, por encima de la vida, humana o no, el espectáculo, el dinero, la crueldad y, sí, también la tradición.