¿Qué decisión no ha tomado?

La necesidad de crecer y superarse en ocasiones impide la visión acertada de cómo hacer las cosas y trazar el mapa de ruta hacia el anhelado triunfo. Tras años de soñar y aspirar a lograr cada vez un crecimiento tanto económico como espiritual, decidí emprender encontrándome con una gran cantidad de obstáculos, algunos de ellos previsibles y otros tantos imposibles de prever. Luego de aprender de los triunfos ajenos y de todos aquellos procesos que hoy pueden contar con un final feliz, me puse a la tarea de registrar mis aprendizajes y de recopilar algunos de los que he considerado de mayor utilidad en este retador de camino.
Primera lección: Las decisiones no son buenas ni malas, son simplemente decisiones
Un antiguo jefe me decía que la mejor decisión era la que uno tomaba y esto me hizo pensar por mucho tiempo qué tanto sentido tenía. Es difícil pensar que la mejor decisión sea la que te lleva a una ruina o a algún evento desafortunado. Dado que los efectos negativos de las decisiones no tomadas son un completo enigma, pues nadie sabe qué hubiera pasado si la decisión hubiera sido otra, es mucho mas conveniente concluir que la mejor decisión es la que uno toma. La gran mayoría de aprendizajes vienen de situaciones que nos sacuden y nos sacan de nuestra zona de confort y es ahí donde logramos interiorizar y apropiar el conocimiento que nos aporta esa experiencia; infortunadamente, esas experiencias en muchas ocasiones cuestan dinero o lágrimas y, es frente a esas pérdidas cuando se consolidan estrategias de recuperación o de cambio de enfoque que resultan valiosas para la vida y los negocios.
Sin duda ningún aprendizaje sobra y solo con el paso del tiempo llegamos a entender por qué teníamos que vivir esa experiencia. He conocido historias de empresarios que fruto del camino recorrido por sus decisiones, terminan descubriendo la fuente de la riqueza luego de fracasar en varios intentos. Seguramente fueron necesarios para poder aprovechar las oportunidades que los llevaron al éxito. En países emergentes es mucho mas complejo aceptar o resignarse al fracaso producto de una decisión, pues sus entornos económicos, sociales y políticos, no facilitan un nuevo comienzo. En nuestro entorno existen ahora herramientas que proporciona el gobierno para poder mantenerse o crear un negocio, indagar sobre los programas existentes en Cámara de Comercio y en la alcaldía podría ser de gran utilidad para quienes pasan por momentos complejos en sus negocios o en su vidas, y requieren de un acompañamiento en este proceso.
Conocí a una mujer que por años tuvo una fabrica de trajes de baño y luego de muchos años confeccionando y logrando el sustento diario para su familia, tomó la decisión de asociarse con alguien que le prometió un crecimiento a través de la apertura de otros mercados. Su socio no cumplió y ella tomó la mala decisión de endeudarse para poder ampliar la capacidad instalada de su fábrica, un craso error, pues debió haber hecho un proceso de planeación que involucrara un modelo financiero y las obligaciones claras de los socios, no debió apresurarse sin tener el primer negocio cerrado, entre otros. Pese a lo anterior, al verse endeudada y sin los clientes prometidos, no tuvo otra opción que plantearse soluciones.
Esta empresaria podría sentarse a llorar justificando su quiebra en el engaño de su socio o, como en efecto lo hizo, buscó ayuda y aprendió cómo abrir esos mercados para poder vender más y así llevar su negocio a otro nivel. El resultado luego de unos años, fue el desarrollo de su canal digital y la codificación de su línea de trajes de baño en una cadena local de tiendas por departamento. No ocurrió de la noche a la mañana y fue un proceso lleno de incertidumbre y miedo
. ¿Fue una mala decisión asociarse? aparentemente sí, si hubiera decidido rendirse pero no lo hizo y, si se hubiera rendido, ¿habría estado mal? Nunca lo sabremos, seguramente habría capitalizado su experiencia para su próximo negocio. Casos como el de esta empresaria abundan y no todos logran superar la crisis, lo importante es tener claro que debemos asumir nuestra responsabilidad de las decisiones que tomamos en la vida y conforme vemos sus efectos, tomar acción para eliminar, revertir, mejorar o cambiar sus efectos. Al final la vida se trata de eso, de caminarla y disfrutarla mientras aprendemos. Ningún camino es fácil para quienes tienen metas grandes y las decisiones no son la causa de nuestros resultados; la verdadera causa es la intención sumada a la acción.
En materia empresarial se complementa perfecto con la disciplina, la determinación y motivación; por su parte, en el ámbito personal, cualquiera que sea la decisión que se tome, debe ir acompañada de una dosis importante de amor, pues si se vive desde el amor seguramente la vida nos será más agradable y se nos recompensará con más amor. Los invito a tomar las decisiones que les permita cerrar ciclos y continuar y si ya las tomaron, a explorar internamente desde el amor qué deben hacer para encontrar el resultado que pretenden. Todos somos el resultado de lo que hacemos, acciones que van precedidas de decisiones que a su vez son motivadas por intenciones que siempre deberían ser generadas por sentimientos y pensamientos buenos, de amor.