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¿A quién se le cree?

¿De qué sirve inaugurar una obra millonaria si no funciona? Esa es la pregunta que muchos ibaguereños nos hacemos ante el fallido estreno del acueducto alterno, una mega obra que prometía liberarnos de los constantes cortes de agua y la dependencia exclusiva del río Combeima.
Imagen
José Monroy
Crédito
Ecos del Combeima
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1 Jun 2025 - 8:44 COT por José Adrián Monroy

Lo cierto es que, tras su pomposa inauguración en octubre de 2024, el supuesto sistema complementario no ha hecho más que generar frustración, daños y más preguntas que respuestas.

El discurso oficial fue claro: “obra terminada, solución histórica”. Pero la realidad ha sido otra. Las fugas en las tuberías de 32 pulgadas, los daños en vías recién pavimentadas, y la persistente falta de agua en diferentes sectores de la ciudad son pruebas contundentes de que algo no está funcionando. Literalmente.

Y mientras tanto, ¿qué dice el IBAL? Poco, o más bien, nada útil. Las inspecciones técnicas se aplazan una y otra vez. Las veedurías ciudadanas son ignoradas. La Personería ha denunciado que la empresa se niega a entregar información clave. ¿Estamos frente a una obra que fue inaugurada sin estar lista? Todo apunta a que sí. Entonces, no solo sería un error técnico ¡sería una burla institucional!

Pero lo más grave no es la pérdida de agua. Es la pérdida de confianza. Porque cuando una ciudad espera tres décadas por una solución estructural y lo único que recibe son comunicados ambiguos y eventos de prensa, la indignación es inevitable. No es la primera vez que una obra pública en Ibagué se convierte en un monumento a la improvisación, no obstante, no estamos hablando de una obra cualquiera, es la posibilidad de que miles de familias tengan agua potable en sus hogares, así que con el agua no se juega. El agua es vida, no estrategia política.

Varios concejales de la ciudad han advertido lo que está sucediendo con el acueducto alterno o complementario; de hecho, lo llaman la falacia del año. ¿Por qué la obra no cumple con su propósito?

Lo mismo sucedió con las piscinas olímpicas de la calle 42, su presentación fue cinematográfica, sin embargo, un par de meses después, deportistas denunciaron por redes sociales que las piscinas no cumplían con los requerimientos técnicos y que por esa razón no han podido ser utilizadas para sus entrenamientos. 
Ibagué no necesita más promesas que buscan likes y aprobación mediática, ni sonrisas retratadas en las bien logradas inauguraciones. Lo que en realidad se necesita, es que las instituciones digan la verdad y sean claros frente a las ejecuciones de los proyectos que son trascendentales para el desarrollo de la ciudad.