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Cuando una vida se va

Como gobernador del Tolima no voy a descansar un minuto y tampoco a ahorrar esfuerzos para seguir el camino de mejorar aún más la salud.
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31 Ene 2021 - 9:38 COT por Ecos del Combeima

Los conceptos que tenemos sobre la vida dependen de diversas interpretaciones que pueden darse desde los contextos sociales, espirituales, culturales o económicos, lo cierto es que más allá de esas interpretaciones, hay seres humanos que nos dejan una profunda huella en el corazón y que nos llevan a reflexionar, más allá de las razones que nos impone permanentemente nuestra sociedad, tan aturdida, feroz y a veces abatida, fruto de los modelos de vida que nos imponen y nos imponemos. 

Cada vida que se va, nos deja muchas enseñanzas, no quisiéramos que nadie muriera, menos niños, fruto de enfermedades que los llevan a padecer un sufrimiento que no merecen y que a veces nosotros los mayores quisiéramos sufrir por ellos, viéndolos tan inocentes, tan indefensos.

Hace unos días después de estar en el Hospital Federico Lleras Acosta, falleció en Bogotá la niña Shirly Yicell, producto de un cáncer terminal que le producía mucho dolor y que en el Hospital tuvimos que atender inicialmente, en el cuerpo medico y de enfermeros ella nos dejó un recuerdo imborrable en medio de la esperanza que ella intentaba darse y darle a los demás, siempre alegre y extrovertida los invitaba a grabar videos bailando, para subir a las redes sociales, se cuestionaba sobre por qué debía estar allí y padecer esa dolorosa y fatal enfermedad. Shirly nos enseño a amar la vida, a tener fortaleza, pero también que la vida es frágil, que el tiempo es un bien preciado, que no se puede recuperar, pero que bien utilizado nos deja grandes resultados. 

El 24 de diciembre pasado, tuve la oportunidad en el Hospital Federico Lleras Acosta de visitar a Shirly Yicell, me recibió con su sonrisa y buena actitud, con su fe intacta luchando por la vida, hace pocos días recibí la noticia de su muerte y ayer antes de escribir estas líneas, recibí a sus padres quienes junto a ella también padecieron su enfermedad. 

Como gobernador del Tolima, no voy a descansar un minuto y tampoco a ahorrar esfuerzos para seguir el camino de mejorar aún más la salud de los tolimenses, historias como la de Shirly Yicell, me impulsan a seguir luchando, a no parar, reafirman en mi la vocación de servirle a los tolimenses, con humildad y pasión.

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