Celebrar la creación de empresas también implica asumir una nueva responsabilidad, una responsabilidad compartida
En Ibagué se está sintiendo algo que vale la pena reconocer: se está moviendo el tejido empresarial. La Cámara de Comercio de Ibagué reportó que en 2025 la creación de empresas en su jurisdicción creció 12,30%, un dato que refleja trabajo, confianza y, sobre todo, articulación entre actores que durante años caminaron en paralelo, hoy se unen a trabajar juntas.
Esto me parece más que acertado, inteligente para nuestra ciudad y departamento. Porque cuando una ciudad logra unir sus esfuerzos sin importar colores —gremios, academia, programas de apoyo, entidades y líderes empresariales— pasan cosas: más personas se animan a formalizar, más negocios se registran, más ideas salen del papel. Ese avance es real y es valioso.
Pero la conversación madura (la que nos conviene como región) no se queda en el “cuántas empresas nacen”, sino que se atreve a una pregunta más incómoda y, al mismo tiempo, más útil: ¿Cuántas sobreviven, se vuelven productivas y generan empleo sostenible?
Colombia es un país que emprende con fuerza, y eso es innegable. El Global Entrepreneurship Monitor (GEM) muestra que la Tasa de Actividad Empresarial Temprana (TEA) —personas entre 18 y 64 años que están creando empresa o llevan poco tiempo con ella— se ubicó en 23,5% en 2023 (y venía de 28% en 2022) Es decir: hay energía emprendedora, hay intención, hay ganas. Pero también hay señales claras de que la sostenibilidad es un reto de todos, que muchas iniciativas no logran consolidarse.
Y cuando miramos la supervivencia empresarial, el dato nos aterriza: solo el 33,5% de las empresas creadas siguen operando cinco años después, Es un número que traigo al análisis pro que no busca desmotivar; al contrario, nos ayuda a entender que el reto principal no es abrir la puerta… es mantenerla abierta.
Ahí es donde Ibagué y el Tolima tienen una oportunidad enorme: convertir creación de empresa en productividad. Porque el registro mercantil es un primer paso, sí; pero la productividad es la que paga nómina, sostiene inventarios, mejora el servicio, permite innovar, abre mercados y vuelve viable el crecimiento.
Incluso a nivel país, la productividad se está midiendo con lupa. El DANE, en su medición de Productividad Total de los Factores (PTF), reporta que en 2024 (preliminar) la PTF aportó 1,36% al crecimiento del valor agregado, Traducido en español (como digo yo): parte del crecimiento se explica por “hacer mejor las cosas” (eficiencia), no solo por meter más horas o más capital. Esa es la conversación correcta: cómo producir más valor con lo que tenemos.
Entonces, ¿qué significa “productividad” cuando lo aterrizamos en la vida real de un emprendedor de a pie, una microempresa familiar, o un empresario que lleva años resistiendo? A mi juicio y experiencia: Vender con intención, no por impulso; Ordenar las operaciones, construir equipo y cultura, innovar sin complicarse … Por eso, me gusta leer el dato de crecimiento de creación empresarial como una señal positiva, pero también como una responsabilidad compartida: si están naciendo más empresas, el siguiente nivel es que nazcan mejor preparadas y que el ecosistema las acompañe en lo que realmente define su destino: ventas, gestión, productividad, mercado y sostenibilidad.
Ahora bien, mi siempre llamado a la reflexión; esperar que “todo cambie afuera” es una forma silenciosa de perder tiempo adentro. Las decisiones que transforman el empleo y la competitividad no se toman solo en discursos; se toman en la empresa cuando define su norte, cuando diseña su estrategia, cuando mide, cuando sirve bien, cuando le duele fallarle a un cliente y se obsesiona por mejorar.
Porque la crítica —a favor o en contra, como sea— no sostiene negocios. Lo que sostiene negocios es gestión, es disciplina, es corresponsabilidad, es visión… y una ciudad que decide madurar su conversación: pasar del “abramos empresas” al “hagamos empresas fuertes”.
Ibagué y el Tolima pueden ser ese territorio que celebra el nacimiento de nuevas iniciativas, sí, pero que sobre todo se vuelve reconocido por algo más poderoso: empresas que duran, crecen y elevan la calidad de vida de su gente. Y ese, en últimas, es el mejor indicador.