Siempre vivirás Tolima mientras exista el San Juan

Llegó junio, y con él, la nostalgia de no de no poder vivirlo como lo veníamos haciendo en años anteriores, donde se exaltaba la alegría de nuestro folclore. Este año se siente la ausencia de la música y el aroma a fiesta que se respiraba en la calle, los colegios, las empresas e instituciones celebrando el día del sombrero, del aguardiente tapa roja, el día del tamal y en especial el día del San Juan.
¿Por qué celebramos el San Juan?, la conmemoración del San Juan surge como herencia de las costumbres españolas, producto de la fusión entre la celebración del solsticio de verano y las tradiciones religiosas Cristianas que festejaban los días de los Santos Juan y Pedro que coinciden en el mes de junio.
En nuestra ciudad por ejemplo, los ibaguereños vestían sus canoas cargadas con los mejores frutos de sus cosechas y recorrían en desfile el río Combeima como ofrenda a San Juan. Posteriormente, en el año de 1959, Adriano Tribin Piedrahita tuvo la idea de darle cumplimiento a un acuerdo municipal proferido por el Concejo a iniciativa del edil Enrique Silva Cabrera, que ordenaba: “la realización de un festival folclórico de carácter eminentemente doméstico. Se trataba de estimular en Ibagué y en sus veredas nuestro versátil y característico amor por los valores tradicionales y autóctonos y nuestra inagotable vena vernácula, llena de música, de misterio y de colorido”.
Es obvio, que por la actual crisis sanitaria que padecemos no es posible realizar el tradicional festival folclórico colombiano, no obstante, en los momentos de crisis nacen las oportunidades, así que este año se debe aprovechar para replantear la forma de cómo se hacían las fiestas en ibagué y darle un giro de 180 grados.
Desde hace un buen tiempo, el desorden como consecuencia de los excesos y la falta de una visión clara de proyectar el festival folclórico al nivel de las grandes fiestas nacionales, ha hecho perder el interés de los ciudadanos y de sus visitantes. Estos espacios deberían ser utilizados para convocar a un pueblo a expresar su sentimiento cultural a través de concursos de comparsas, de carrozas, de coplas, baile, poesía, de arte y pintura, donde los premios sean distribuidos en obras o servicios que requiera la comunidad y en beneficio de los artistas.
Los eventos que desarrollaba el festival folclórico no podían seguir siendo en sitios cerrados y exclusivos, pues no se veía privilegiada toda la ciudad, ya que ni el 10% de nuestros habitantes logra disfrutar de espectáculos como el festival de festivales, la coronación de reinas o el encuentro nacional del folclor.
Los que históricamente organizan las fiestas en la ciudad se limitaron a hacer desfiles, pero no concibieron la opción de propiciar zonas de intercambios culturales que generen un epicentro de crecimiento profesional que le sirva a los artistas locales, que a su vez sirva de plataforma para atraer a los turistas con conciertos de grandes y reconocidos cantantes que ayudarían a rescatar la identidad desperdiciada que tenemos de ciudad musical, exaltando lugares que ofrezcan comida típica y así sacar provecho de nuestras raíces para lograr un desarrollo económico y comercial de un festival folclórico colombiano que es patrimonio de todos los ibaguereños y no de quienes manejan una corporación con su nombre, y del que se beneficiarían hoteles, restaurantes, bares, etc.
Mejor no lo pudo escribir el compositor tolimense Pedro J. Ramos: “siempre vivirás tolima mientras exista el San Juan”; por lo tanto, es un compromiso de todos preservar nuestras tradiciones, sin dejar de lado el enfoque de desarrollo económico un que necesita la ciudad.