El karma de la movilidad

¿En qué momento la movilidad en Ibagué se empezó a complicar? Podríamos decir que desde hace 20 años, cuando se comenzó a aplazar y postergar su crecimiento vial y de infraestructura. Para ubicarnos en tiempo real, en el transcurso de esta administración, se anunció una inversión en proyectos de infraestructura para el desarrollo vial, por casi 624 mil millones de pesos.
Con esos recursos se habló de construir en el mediano y largo plazo la carrera l3, la calle 103, el par vial de la calle 25, el deprimido de la 60 con carrera quinta, la diagonal 83, la calle 94 y también intervenciones sobre la paralela de la avenida Jordán. Dijo el Alcalde en esa socialización de proyectos ocurrida el 8 de noviembre de 2017: “Todas las vías tienen que tener una amplitud suficiente, ciclorruta y aceras espaciosas para los peatones. Queremos comenzar a construir la ciudad del futuro”
Así mismo afirmó el mandatario “para que estos proyectos lleguen a feliz término es importante contar con el apoyo de los diferentes actores sociales, políticos y económicos de la ciudad. Además, la financiación de las mismas será gracias a recursos obtenidos a través de la valorización, la plusvalía, empréstitos y el Gobierno Nacional, con la visión de la implementación del Sistema Estratégico de Transporte público”.
Pasados casi dos años de estos anuncios, ni lo uno, ni lo otro. La ciudad está sumida en un caos vehicular, que no padecen ni el alcalde ni el secretario de movilidad, porque no cambian el confort de sus despachos, y les cuesta trabajo comprobar como sus decisiones en materia de movilidad, lejos de dar orden y calidad de vida a los ciudadanos, han tenido un efecto totalmente contrario al anunciado.
Sorprenden los oídos sordos a las peticiones de los gremios económicos, que no buscan otra cosa, que armonizar las improvisadas acciones y medidas en materia de movilidad y seguridad, que están alterando el diario quehacer de entidades, negocios y establecimientos de comercio, por sus afectaciones económicas, sociales y culturales, a pesar de que el secretario de movilidad, con su habitual ironía, afirma que son “meras especulaciones”.
No se entiende porque en una gestión que pregona humanidad y que afirma defender la vida y bienestar de los peatones y de todos los actores viales, le cuesta tanto trabajo socializar y compartir con los afectados, decisiones tan sensibles en materia de movilidad.
Ibagué no tiene la amplitud de vías para instalar bicicarriles, y eso lo demuestra los ya están trazados y adecuados, porque no están siendo utilizados, los ciclistas brillan por su ausencia, y porque específicamente sobre la avenida ferrocarril, se han convertido en punto de venta de los vendedores ambulantes en los semáforos.
¿Aceras espaciosas? Por dios santo, eso en Ibagué es una afirmación más que odiosa y mentirosa. Basta transitar por la carrera 5ª. El derecho lo tienen los vehículos parqueados a lo largo y ancho de ella, y si, tal y como lo han denominado algunos, es el parqueadero público más grande de Colombia. Amén de muchas otras vías a lo largo y ancho de la ciudad.
Es una lástima no tener gobernantes y subalternos sensatos y cercanos a la comunidad, que puedan entender las verdaderas necesidades de los ciudadanos, y si bien es cierto, el interés general prima sobre el particular, en materia de movilidad en Ibagué, pareciera que se está direccionando en favor de unos pocos, con afectación a la mayoría de la población.
Afortunada o desafortunadamente, ya no se sabe, Ibagué podría ser la ciudad en Colombia con el más grande y gigantesco inventario de estudios, diagnósticos y proyectos de toda índole, guardados y archivados en oficinas y bibliotecas, que bien podrían ayudarían a la solución de sus más visibles problemas, pero infortunadamente sus gobernantes, líderes y fuerzas vivas, no logran pasar del discurso y la escritura, a la acción y la gestión.