Durante más de 50 años, la guerra tuvo escondido un patrimonio ambiental de carácter nacional, 4.500 hectáreas de bosque altoandino, en jurisdicción de los municipios de Ibagué y Cajamarca, entre 2.000 y 3.100 metros sobre el nivel del mar, en el cual se encuentra el mayor número de palma de cera en el planeta. 

Son cerca de 600 mil árboles adultos los que resguarda el bosque de Tochecito, que pese a ser un verdadero santuario natural se encuentra totalmente desprotegido debido a que nunca antes se contó con la posibilidad de estudiarlo y extender medidas ambientales para su conservación. 

Según los científicos las palmas en su época de fructificación, producen entre siete y ocho racimos que contienen entre mil y dos mil frutos con pulpa comestible, esto genera condiciones muy favorables para que muchas especies sean atraídas a este entorno, convirtiendo el bosque de Tochecito en un santuario de vida.  

El ministro de Ambiente, Luis Gilberto Murillo, comentó en una de sus visitas a Ibagué, que se estarían adelantando acciones para proteger está zona tan importante para el país y hace pocos días le concedió una entrevista al Diario El Tiempo en donde afirmó que en el primer semestre del 2018, el bosque de Tochecito sería por fin protegido. 

“A partir de la restauración ecológica de diversos ecosistemas ubicados en municipios del corredor de la palma de cera, se protegerá la especie vegetal, al mismo tiempo que la fauna de la región, como el loro orejiamarillo. Además, les apuntamos a la regulación hídrica y a mejorar el uso del suelo”, le dijo Murillo a El Tiempo.

El director de Cortolima, Jorge Enrique Cardoso, afirmó que han venido trabajando de manera articulada con el Ministerio de Ambiente para lograr proteger las 4.500 hectáreas donde está ubicado el último bosque de palma de cera. 

“Este sitio se redimirá en el sentido que podremos conformar una serie de proyectos de turismo de naturaleza, aviturismo y fincas de bosque de palma que podrán ser visitadas por turistas propios y extraños”.