¿Qué hay detrás de la inseguridad en Ibagué?

Es una realidad que Ibagué dejó de ser la ciudad segura y tranquila que conocimos en los años 90. A pesar de la difícil situación que se vivía en el país en materia de orden público, en aquel entonces nuestra capital era conocida por ser un “buen vividero”. Casi nunca mataban a nadie, y los robos, aunque menores, no podían compararse a lo que nos hemos enfrentado recientemente.
Lejos de imaginarnos por esas épocas que el tema del sicariato podía llegar a nuestra ciudad como pan de cada día, disfrutábamos de los domingos en la Plaza Bolivar, en el Parque Deportivo, o en cualquier calle del Valle de las Lanzas, sin preocuparnos demasiado por la amenaza de los puñales o las armas que hoy en día cargan sin temor y vergüenza, cientos de delincuentes en la ciudad.
Y es que el tema de la inseguridad en Ibagué ha crecido de la misma forma que ha crecido la dinámica empresarial y el sector comercio, y aquello podría analizarse desde la simpleza de la causa y el efecto, pero también desde lo que se dice en privado, pero no en público, y es que pareciera que la ciudad se hubiera convertido en el lugar propicio para el lavado de activos y los negocios fachada de todo tipo. Por ejemplo, según reportes de los mismos medios de comunicación, en la ciudad, casi semanalmente se genera un incendio por cuenta de los mal llamados “brujos” y aunque Alfredo Bocanegra, secretario de convivencia, seguridad y orden público del Tolima haya dicho que aquello no es un delito, habría que preguntarse qué hay detrás de esas estructuras que para nadie es un secreto, mueven un caudal representativo de dinero.
Durante las últimas semanas en Ibagué han ocurrido varios de los denominados “apartamentazos”, un robo en una tienda D1 con arma blanca, un robo en la Droguería Copifam del sector de Bosque Largo, un robo en la tienda Merkaplast en el centro, además de los raponazos de cadenas de oro, que ya se volvieron comunes, porque también hay que decir, que el ciudadano promedio suele dar mucha “papaya”. Sin temor a exagerar se podría decir que hoy la ciudad está sitiada por la inseguridad, y peor aún, no se vislumbra una estrategia clara desde la administración municipal para poder hacerle frente a la misma, pues además de los más de tres secretarios de gobierno que ha tenido Johana Aranda en dos años de mandato y que sin lugar a dudas interrumpe el accionar de ese despacho, no se ve o al menos no se comunica, cuáles son las acciones para frenar la delincuencia que pareciera estar consumiendo la tranquilidad de los ibaguereños.
Adportas del cumpleaños de la capital del Tolima, del día de disfraces y de la temporada decembrina, además de los sicariatos y los robos, preocupan bastante otro tipo de situaciones que afectan el orden público como los piques ilegales en el sector de la Hacienda Santa Cruz, las riñas que incluso han cobrado la vida de personas en el sector de la calle 60 con Avenida Mirolindo, así como los desórdenes que se generan en el Oxxo de Piedra Pintada y el Altoque del Vergel que afectan a decenas de personas que residen en sus alrededores.
Alcaldesa, sin ánimo de hacer alusión alguna a ningún expresidente: necesitamos que usted y su secretario de gobierno a quien poco escuchamos en los medios dándole reporte a la ciudadanía, hablen más fuerte y firme contra los violentos, pero también que actúen. A Ibagué no solo la sacamos adelante con obras, buenas intenciones o primeras piedras, sino con seguridad, convivencia y desde luego tranquilidad para todos los ciudadanos y desde luego para los empresarios que generan empleo en una ciudad que pareciera estar saliendo del pozo de la desocupación, pero tristemente cayendo en el espiral de violencia que asecha en todo el país.