No hay Santa Lucía que valga

Para no insistir más en la incertidumbre e incredulidad generada por la obra de la 60 con 5ª, y no persistir en lo que pudo haber sido y no fue, procuraremos detallar el acuerdo fundamental de 4 puntos, infaltable, al momento de ejecutar una obra de infraestructura urbana tan importante como ésta.
Un primer acuerdo es la socialización y no la notificación de los proyectos de infraestructura urbana. Infaltable debe ser el ejercicio de vincular la comunidad desde un principio, siendo además la oportunidad para acordar y definir con ella, el cómo, cuándo y dónde, sin descalificar el conocimiento que la comunidad tiene sobre el sector y sus propias necesidades. Indispensable para lograr desarrollar y terminar esas obras con absoluto éxito. La socialización suele ser la fórmula para que la comunidad se empodere de lo público y no permita contratiempos ni sobrecostos.
Un segundo acuerdo es el tiempo, incluso en la misma propuesta de gobierno, este compromiso debe ser tan serio, que allí en ese contrato candidato & elector debe resaltarse con negrilla ese compromiso como si fuera el más importante. Eso lo exige la planeación de una administración que no dé lugar a la incertidumbre e improvisación; es que para muchas comunidades el compromiso con el tiempo es el que mayor credibilidad les genera. No puede ser que la obra, se exponga a no ser terminada por falta de previsión y compromiso, ignorando los contratiempos que suele darse en casi toda obra pública, y muestra de ello está el Complejo Deportivo de la 42 en Ibagué, que lleva en 8 meses tan solo el 8% de su ejecución; obra gemela del Proyecto Vial de la 60/5ª donde en 8 meses se pretende ejecutar el 100% de la obra.
El costo de la obra como tercer acuerdo, que poca importancia tiene para las partes cuando viene haciendo carrera en la administración pública colombiana, que este tipo de obras termine costando el 50% más del valor contratado, como efectivamente lo permite la Ley. Mala práctica para justificar sobrecostos, retrasos y contingencias, donde casi desde el primer día y de manera sistemática, trabajan en unas adiciones bien sustentadas, con el propósito de hacerle el esguince al control de las ¨ías¨.
El cuarto acuerdo es la fuente de financiación, que para esta obra en particular se utilizó el crédito como fuente de financiamiento, haciéndonos creer que era la única opción. El endeudamiento municipal, que además está al tope en Ibagué, lo pagaremos todos los ibaguereños y no los beneficiarios de la obra. Esa obra vial sectorizada, la terminaremos pagando todos los ciudadanos, pobres y ricos, desempleados y asalariados, propietarios y arrendatarios, en fin todos los habitantes del sur, de El Salado, de la Arboleda Campestre, las Victorias, etc., absolutamente todo aquel que tenga una vivienda, un predio o un local comercial, sin importar que esté o no esté ubicado en la zona de influencia de esa obra, así su casa no tenga acueducto ni su barrio alcantarillado. Solo por hecho de ser propietario y pagar el predial, terminará pagando ese crédito. Pues con esos impuestos (Predial, Ica, Sobretasa a la gasolina, Avisos. Etc.) se pagará ese préstamo y no con los beneficios económicos generados por la obra desarrollada en tan preciado sector.
Y para mayor ilustración quien quiera hacer el cálculo del beneficio económico generado, esté seguro que superará los $80.000 millones; pero el detalle no está en el cálculo, está en esa dinámica comercial capaz de devolver al municipio, al menos parte de ese beneficio económico recibido por esa obra pública, donde la normatividad permite que se retorne hasta un 50%, de ese beneficio, o sea los $40.000 millones que al parecer costará la obra, sin sumarle el acostumbrado 50% de adición. Y es que el instrumento de financiación llamado Contribución por Valorización, fue creado precisamente para la construcción de obras urbanas con beneficios sectorizados, como el puente elevado de la 60 con 5ª., donde se aplicaría, ahí si, el principio de sostenibilidad, corresponsabilidad y equidad.
Es que en Ibagué se han encargado de estigmatizar y satanizar la contribución por valorización como fuente de financiamiento para este tipo de obras de infraestructura vial, simplemente por la dificultad para entenderlo, o quizá por no gustar del obligado control ciudadano, que este mecanismo obliga en la construcción de obras por valorización.
Acuerdo fundamental para hacer obras de infraestructura urbana, simplemente bien, socializándolas y no notificándolas.