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La vaquita lechera: clave para el futuro del campo tolimense

Uno de los renglones más interesantes y entrañables de la ganadería es la producción de leche. Un dato destacable es que gran parte de nuestro inventario bovino está compuesto por vacas destinadas a la producción lechera o de doble propósito (es decir, leche y carne).
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4 Mayo 2025 - 7:37 COT por Omar Julián Valdés Navarro

En el Tolima contamos con aproximadamente 400.000 hembras destinadas a esta labor, con una producción diaria cercana a los 500.000 litros. Dentro de este panorama, el municipio de Roncesvalles sobresale como el mayor productor del departamento, aportando cerca del 10% de ese total.

Si ampliamos el enfoque, encontramos que el consumo mínimo recomendado de leche por persona es de 170 ml al día. Afortunadamente, en Colombia el promedio de consumo supera los 300 ml diarios. En este contexto, el Tolima produce anualmente cerca de 180 millones de litros, frente a los 7.000 millones que genera el país, lo que significa que nuestra contribución a la producción nacional no alcanza el 3%.

Entonces, ¿qué conclusiones podemos extraer de estas cifras? Comencemos por lo evidente: aún no nos hemos especializado en esta línea productiva. Lo que observamos son esfuerzos individuales por parte de algunos productores, que buscan mejorar resultados a través de la selección de razas. El caso de Roncesvalles es emblemático: produce el 10% de la leche del Tolima, pero solo cuenta con microempresas de transformación, muchas de ellas artesanales, que luchan con dedicación para comercializar sus productos. No obstante, este bello municipio enfrenta un obstáculo grave: su acceso vial es precario, con una carretera destapada que limita seriamente el desarrollo de la actividad.

En resumen, la industria de transformación de lácteos en el Tolima es incipiente. ¿Por qué? Uno de los factores clave es la baja productividad de las vacas. Esta, a su vez, está influenciada por prácticas técnicas deficientes, veranos intensos y prolongados que dificultan el mantenimiento de los pastos, y la falta de alternativas de alimentación, como los alimentos ensilados. A ello se suma el problema de la comercialización: las malas vías limitan la presencia de empresas compradoras, lo cual también frena la industrialización del sector y desmotiva a los ganaderos a invertir en el aumento de su producción.

Para muchos pequeños y medianos productores, la vaca lechera representa una fuente de flujo de caja para mantener sus fincas, especialmente gracias a la venta de terneros. Esta visión es comprensible, pero les impide enfocarse en mejorar los promedios de producción diaria de leche y, con ello, sus ingresos. Y cuando se les pregunta por qué no incrementan su producción, la respuesta es casi unánime: “¿Y si saco más leche, quién me la compra?”

Sin duda, este sector tiene un enorme valor para los ganaderos del Tolima. Sin embargo, las cifras muestran que estamos lejos del potencial que podríamos alcanzar. Por eso, es urgente implementar soluciones que fortalezcan esta cadena productiva. Es imprescindible que las alcaldías, a través de sus secretarías de agricultura, junto con los comités de ganaderos y las empresas del sector, trabajen decididamente en la transferencia de conocimientos técnicos. Además, se debe fomentar el mejoramiento genético, fundamental para aumentar la calidad y cantidad de la producción. Igualmente, importante es incentivar la asociatividad con fines comerciales, mejorar la infraestructura vial y promover la creación de nuevas empresas que dinamicen el sector. Vale recordar que Colombia importa anualmente unas 200.000 toneladas de productos lácteos, una cifra que perfectamente podríamos suplir desde nuestro propio suelo.

En conclusión, tenemos el negocio, la necesidad y el interés de los ganaderos. Pero aún hoy, en el Tolima, cuando vemos a un campesino con su vaca, muchos siguen pensando que es la vaca del pobre, sin darse cuenta de que podría ser la gran oportunidad del campo.