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De las fiestas a la oportunidad: la cultura como motor que Ibagué debe despertar todo el año

¿Qué pasaría si este junio no fuera solo una celebración, sino el despertar de un modelo cultural y creativo que moviera a Ibagué durante todo el año?
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Adriana Matallana
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10 Mayo 2025 - 18:39 COT por Adriana Matallana

Se acerca junio, el mes en que Ibagué se viste de fiesta, de tambores, de colores, de tradición. Las comparsas inundan y nos alegran en las calles, los trajes típicos florecen, las voces retumban en bambucos y sanjuaneros. Volvemos a mirar a nuestros artistas, a los niños con sus coreografías, a nuestros músicos, a nuestras costumbres. Admiramos, aplaudimos, nos tomamos fotos. Y como cada año, todo eso vuelve a quedar guardado en vitrinas hasta el siguiente San Juan.

Pero ¿y si esta vez no dejáramos que el orgullo cultural durara solo una temporada? ¿Y si, más allá de celebrar, decidiéramos entender que lo que tenemos entre manos es una auténtica economía cultural y creativa con la fuerza suficiente para transformar nuestra ciudad?

Ibagué no solo es capital musical por decreto: lo es porque late en sus calles una energía creativa ancestral. Desde el Conservatorio del Tolima, que ha formado generaciones de músicos, hasta las escuelas de danza, teatro, diseño, audiovisuales, grafiti, bordado y emprendimientos creativos que surgen desde los barrios. Pero si seguimos reduciendo ese potencial a un par de semanas de fiesta, estamos perdiendo una oportunidad histórica.

La llamada economía creativa, o economía naranja, representa el 2,87% del valor agregado de la economía nacional, con un valor de $40,6 billones en 2023 y genera más de 520 mil empleos en Colombia según el DANE. Es uno de los sectores con mayor proyección de crecimiento en el mundo. En ciudades como Bogotá, Medellín o Pereira ya entendieron que la cultura no es gasto, es inversión.

Allí se han creado clústeres de industrias creativas, fondos mixtos de cultura, incentivos tributarios para proyectos culturales, y programas para exportar talento local.

¿Y nosotros? Tenemos el talento, tenemos la identidad, tenemos el prestigio cultural… pero nos falta creérnosla. Y peor aún, nos falta organizarla, fortalecerla, formalizarla.

En Ibagué, la informalidad laboral alcanza el 49.4% según datos del DANE para el trimestre abril – junio de 2023. Muchos artistas subsisten con ingresos intermitentes, sin seguridad social, sin redes de apoyo, sin visibilidad más allá del momento festivo. Es aquí donde debemos dar el giro: no basta con aplaudirlos en junio; hay que generar condiciones para que vivan de lo que hacen los otros once meses del año.

A veces nos opinamos del desempleo, de la falta de oportunidades, del estancamiento económico. Pero ignoramos que tenemos una mina creativa sin explorar a fondo. ¿Cuántas mujeres podrían generar ingresos estables si profesionalizamos sus saberes en bordado o cocina tradicional? ¿Cuántos jóvenes podrían quedarse en la ciudad si tuvieran un estudio creativo o audiovisual donde crear contenido, música, videojuegos o ilustración? ¿Cuántos artistas podrían formar empresa si existiera una ruta clara de emprendimiento creativo?

Esto no es una utopía. En Medellín, por ejemplo, el Distrito Creativo Perpetuo Socorro se convirtió en polo de transformación urbana, generando empleos y turismo a partir del arte y la cultura. En Barranquilla, el Carnaval dejó de ser solo fiesta y se convirtió en plataforma productiva y exportable. ¿Por qué no Ibagué?

Nuestra programación de fiestas que se aproxima puede ser el punto de partida. Que las calles no solo se llenen de arte, sino de consciencia. Que quienes asistimos a los eventos lo hagamos no solo como espectadores, sino como ciudadanos que comprenden el valor económico de lo que presencian. Que las instituciones miren más allá del evento, y se comprometan con la formación, el acompañamiento, la inversión y la internacionalización de nuestros talentos. Que el sector privado descubra allí una vía legítima para crecer y cooperar.

El arte, la música, la tradición, no son ornamentos; son vehículos de educación, desarrollo social, autoestima colectiva y reactivación económica. 

Entonces, mientras nos preparamos para vivir las fiestas, pensemos distinto. Preguntémonos:

¿Qué pasaría si este junio no fuera solo una celebración, sino el despertar de un modelo cultural y creativo que moviera a Ibagué durante todo el año?