Reducir las cosas a lo esencial

Es la definición más clara y simple de Minimalismo, donde las personas se despojan de elementos sobrantes, y aprenden a vivir con lo esencial. Definitivamente en este último año la humanidad está viviendo una experiencia de vida única, llena de necesidades en su gran mayoría, y de ansiedad que conlleva a la satisfacción de caprichos por parte de otros que cuentan con recursos suficientes o tarjetas de crédito con grandes cupos que generan impulsos de compra a través de la altísima cantidad de información que nos invade la mente con las redes sociales, ofertando productos innecesarios que terminamos comprando sin ninguna necesidad.
En estos días que se renueva el encierro obligatorio por temas de nuestra propia indisciplina social, terminé viendo un documental de Netflix llamado “MINIMALISMO” y definitivamente me lleva a hacer unas reflexiones serias en mi vida y en la de mi familia. Sin necesidad de entrar en temas filosóficos o de estilo de vida, simplemente debemos reflexionar sobre las cosas que a diario adquirimos y no necesitamos.
Por su puesto no se trata de no darnos gusto, tampoco de no comprar o vivir estrictamente con lo justo, se trata de no tener sobrantes, repetidos o innecesarios. Los invito a hacer un ejercicio pequeño que plantean en el documental. Todos los días, cada uno de los miembros de la familia, saquemos de nuestras casas o sitios de trabajo un elemento que no necesitemos, hagámoslo por treinta días, es impresionante darnos cuenta de que pasados los días del ejercicio hemos sacado 30 elementos cada uno, que no necesitamos y jamás necesitaremos.
Abramos nuestras mesas de noche, los closets, los cajones de la cocina, el ropero, todos y cada uno de los rincones de nuestra casa y se sorprenderán, no solamente con las cosas que no usamos y no son esenciales en nuestro día a día, lo que más sorprende es darnos cuenta de cuantas personas podrían necesitar lo que nosotros no, y aún más, cuánto dinero hemos gastado innecesariamente y hemos trabajado toda una vida para gastar y guardar lo que no usamos. Muchos esfuerzos, deudas y dolores de cabeza y ahí están, ¡guardados¡, sería interminable la lista, zapatos, libros leídos y no leídos, vestidos, bajillas repetidas, banderas y uniformes del equipo que ya no existe sino en nuestro corazón etc.
Si logramos liberarnos de esa opinión “ajena” de sí tenemos o no tenemos, empieza a haber garantía de encontrar una felicidad que no se sabía que por ahí estaba. soltaremos la angustia de que nunca nos alcanza el dinero, debemos empezar a invertir en nosotros mismos, en garantizar lo que realmente genere tranquilidad y felicidad. Hacer el ejercicio de reconocer en nuestro propio mundo qué es lo que no es esencial en nuestra vida, hablando de cosas físicas que ya tenemos en los depósitos y garajes.
Es indispensable, no dejarnos deslumbrar por el mundo del consumismo, y sí lo hacemos que sea estrictamente con lo que necesitamos, la virtualidad nos lleva a comprar por impulso cosas innecesarias que tarde o temprano no nos van a servir y sí afectaran seriamente nuestras finanzas personales.
ALBERTO MONTOYA P.
@almontopa