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Pagamos Justos por Pecadores

Se tiene la opción de observar y actuar desde el juicio, culpando a China, al murciélago, al avión, al Gobierno y al que se les ocurra, o ser obediente, no juzgar y actuar responsablemente.
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Javier Pérez / Ecos del Combeima
31 Jul 2020 - 8:37 COT por Ecos del Combeima

El 24 de marzo escribí  en una columna de opinión de este prestigioso medio: el  escudo de Chile dice “por la razón o por la fuerza”, una frase poderosa y que en estos momentos debería ser una realidad, pues al margen de ser una frase bélica, lo que pretende expresar es la “supremacía de la razón en la vida colectiva”. Estamos frente a una situación que se ajusta a nuestra necesidad actual, pues es  una realidad nunca antes vista que cambiará nuestra vida en todo sentido. El interés general sin duda debe primar sobre el interés particular y aquí todos debemos poner, aunque signifique perder. La prioridad es la salud y la vida.

Desde ese momento hasta hoy, toda nuestra vida cambió, manteniéndose el  afán por generar conciencia en torno al comportamiento de autocuidado de  los ibaguereños. Todos sufrimos el aislamiento total que se vino después y rogábamos por la oportunidad de abrir nuestros negocios, lo que fue ocurriendo en la medida en que el país se preparaba para el inminente pico de contagios, que según los expertos, estaría próximo a llegar. Durante  estos meses de aislamiento, ha sido una constante, que todos los actores de nuestra vida política, social  y económica, estemos empeñados es socializar medidas y generar conciencia. Ser empresario en Colombia es un desafío, en Ibagué lo es aún más por las razones que todos conocemos, pero sobrevivir al COVID-19 ha sido la verdadera prueba de fuego y de fe; una lucha permanente por mantenerse en un mercado  reducido, en donde la clave sin duda es encontrar esas oportunidades que las crisis suelen evidenciar; es así como nos esmeramos por cumplir con los protocolos de bioseguridad que nos garantiza proteger a nuestros colaboradores y a nuestros clientes; implementar un protocolo no solamente requiere detalle y permanente seguimiento, sino también un costo. Los empresarios continuamos pagando impuestos, generando empleo y trabajando honestamente para salvar nuestros negocios, mientras nos automotivamos y accedemos paulatinamente a las ayudas del Gobierno;  la consigna de muchos es sobrevivir y mantener la esperanza de una vacuna, pues es nuestra única salvación ante la imposibilidad de convivir con el COVID 19 debido a la indisciplina social y el incumplimiento de las normas de aislamiento. 

Es cierto que muchos otros hallaron oportunidades maravillosas para generar riqueza, otros tantos descubrieron sus talentos ocultos, se reinventaron y exploraron nuevas alternativas. En paralelo un número significativo de empresas cerraron, generando así un mayor desempleo que en nuestra región crece mes a mes.  Ante esta realidad, los esfuerzos de la Alcaldía válidamente se centran en proteger la vida de los Ibaguereños, pues de no hacerlo habría una verdadera tragedia ya que como dice la famosa canción, “no hay cama pa tanta gente”. Tristemente el grado de conciencia sigue siendo poco, como lo prueba la necesidad de frenar el crecimiento  de contagios a través de medidas restrictivas. Los Ibaguereños hasta ahora no hemos sido capaces de comportarnos responsablemente y es por esto que muchos aprovechan las 43 excepciones para reunirse y no cumplir con el distanciamiento social ni el uso adecuado de tapabocas; pareciera que en ciudad reinara la creencia de inmunidad o inmortalidad. Tuvimos que ver que los medios se unieran para replicar la noticia de 46 niños en Ibagué enfermos de COVID 19 para que así sea por miedo al reproche social, muchos empezaran a cuidarlos, evitando interacciones sociales innecesarias. 

Se tiene la opción de observar y actuar desde el juicio,  culpando a China, al murciélago, al avión, al Gobierno y al que se les ocurra, o ser obediente, no juzgar y actuar responsablemente. Militarizar la ciudad permanentemente no es una alternativa viable, que hayan policías en cada esquina, tampoco lo es, lo que sí podemos hacer como sociedad es unirnos frente al cuidado nuestro y de nuestro entorno. No podemos seguir pensando que es un problema del otro, pues la irresponsabilidad y la falta de cuidado del otro, significa un daño para nuestra ciudad. Debemos denunciar y ejercer un papel activo informando los actos constitutivos de incumplimiento de las normas de distanciamiento social y auto cuidado.   Siento que los gobernantes, los gremios, los comerciantes y ciudadanos responsables han hecho su parte, y ahora debemos darle paso al reproche social y a la denuncia ante las autoridades de todo aquel que no cumpla.  Veo con profunda admiración y agradecimiento la cara cansada de nuestro Presidente Ivan Duque, que a diario se dirige a nosotros con soluciones y todo su equipo de Gobierno muy comprometido por tomar decisiones que nos beneficien a todos,  y veo también una porción del pueblo indolente que no se cuida y no le importa su entorno y que de continuar así, tendremos una larga cuarentena, tardarán mucho más tiempo en abrir los sectores que aún no lo han podido hacer, los que ya logramos hacerlo tendremos que continuar cumpliendo con nuestras obligaciones al 100% aunque no podamos abrir por los toques de queda necesarios para frenar el contagio,  y la economía de la región tardará mucho tiempo más en recuperarse,  generando más desempleo y el impacto social que trae consigo la pobreza. Podremos los Ibaguereños actuar responsablemente? Espero que sí y también espero que todos a los que les llegue esta columna, me ayuden  a generar conciencia, reproche social y denuncia de los desobedientes que aún no quieren acatar las normas. 

Por último, si conoce a un contagiado con COVID 19, no lo señale ni lo estigmatice, por el contrario bríndele ayuda, sea solidario, empático y reservado. Multipliquemos las acciones generosas y los mensajes de apoyo mientras en paralelo nos cuidamos y denunciamos a los que no se cuidan y nos ponen en riesgo. Todos en algún momento cometimos errores, pero ya llegó la hora de entender que si no hay reproche social que ayude evidenciar comportamientos que afecten la comunidad, no estamos aportando para mejorar la situación. Callar también nos hace cómplices. Muchos salen a culpar al Alcalde por sus decretos, pero pocos se dan cuenta que el problema somos nosotros mismos. Copio la famosa frase de un noticiero: “No se quede callado, denuncie”.

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