En el lenguaje tecnócrata moderno, existen diversidad de conceptos y títulos que hacen alusión a la conservación de los ecosistemas, economía circular, producción sostenible, agroecología y otras variables que van en sintonía con el desarrollo sostenible y la supervivencia de la especie humana. Uno de los principales temas que abordan los gobiernos sin importar el tamaño de estos o el grado de desarrollo relativo, es la escasez de agua y conservación del recurso hídrico. Me pregunto si realmente el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible ha servido para mejorar, o al menos, para mitigar el problema. Estos objetivos han sido plasmados en ríos de tinta, especialmente en la construcción de políticas públicas, planes, programas y proyectos, pero como que no ha pasado mucho. Lo que si ha mejorado y aumentado es la producción y consumo de bienes para satisfacer la demanda.

Tratar de entender la relación de equilibrio de la humanidad cuando tenemos un planeta sobrepoblado por cerca de 8.000 millones de habitantes, un planeta sobreexplotado, obligado a producir más y más para satisfacer las necesidades de la población garantizando el abastecimiento per cápita de alimento. El gran problema surge cuando se trata de suplir los requerimientos necesarios de agua y oxígeno para cada ser humano. No hay máquina que aguante tanto desgaste sin recibir mantenimiento oportuno y necesario.

El planeta debe pasar a modo ahorro de recursos, el discurso y la planificación ya no se puede seguir enfocando en resolver problemas de consumo enfocados en el ¿cómo crear nuevos productos o que nuevas materias primas transformar?, ahora el problema por resolver se debe encaminar en otros asuntos: como reutilizar, como regenerar, como evitar la extracción de recursos naturales, y, en especial, como incorporar un nuevo chip que permita cambiar el fallido concepto de sociedad de consumo.

Los consumidores responsables hoy exigen sellos de producción sostenible, si los encadenamientos productivos con fines de exportación como el de café, cacao y frutícolas, entre otros no se dan a la tarea de implementar sellos verdes enfocados en agricultura regenerativa y sostenible, pronto se irán quedando por fuera del mercado mundial.

Debemos pasar de la economía lineal a la economía regenerativa, adaptarnos a nuevos esquemas de consumo más colaborativos; la economía lineal ofrece modelos verticales que caducaron el siglo pasado, por lo que se hace necesario incorporar en los planes educativos la catedra de inteligencia colectiva, lo que permitiría producir mayor capital social y ambiental. Es una ecuación simple, fácil de entender; o todos ponemos o todos perdemos, aunque es un ejercicio de muy largo plazo, se ha iniciado una campaña internacional como lo es la incorporación de más países al Pacto Verde Europeo, así como la aprobación del nuevo Plan de Acción para la Economía Circular desde el año 2020, el cual busca que empresas y naciones encaminen esfuerzos en pro de inversiones responsables enfocadas en la reutilización de materias primas y en la regeneración de los ecosistemas.