De casa de Nariño a casa de los famosos
![Jose Manuel Restrepo Abondano](/sites/default/files/styles/wide/public/2024-04/jose-manuel-restrepo-abondano.png?itok=m9CO-Rbj)
La decisión del presidente Petro de transmitir en vivo los Consejos de Ministros es un síntoma de cómo el gobierno ha caído en la "trampa del espectáculo", convirtiendo la gestión pública en una puesta en escena donde el debate interno se transforma en contenido mediático.
No es transparencia, es entretenimiento con fines políticos, una estrategia peligrosa que puede erosionar la seriedad del Estado. Como lo advertía Mario Vargas Llosa en “La civilización del espectáculo”, cuando la política se rige por la lógica del entretenimiento, se vacía de contenido y se convierte en un teatro donde lo importante es captar la atención, no gobernar con eficacia o atender las necesidades del ciudadano.
El problema de la política espectáculo es que esta se alimenta de la falsa confrontación pública y la improvisación. El ejemplo fueron las “lágrimas de cocodrilo” de la Ministra de Ambiente y la Vicepresidenta para reclamar por un colega de gobierno. ¿Por qué nunca protestaron en coherencia anteriormente. Acaso hasta ahora se enteraron de que era de su equipo?. Pero además sorprende la toma de decisiones estratégicas en Ecopetrol, sin rigor técnico ni explicaciones claras y en profundo irrespeto al gobierno corporativo de la entidad. No hay estructura ni sentido de gobernabilidad en una administración que permite que sus diferencias internas sean parte del reality semanal. No es normal ni eficiente que un gobierno convierta sus deliberaciones en una telenovela de desencuentros transmitida en tiempo real, donde las posiciones del gabinete terminan desenfocadas por un ejercicio de extrañas divagaciones de quien conduce el espectáculo. Qué hilo conductor tienen las referencias a Bolívar, Gaza, Quibdó, Ecopetrol y el Catatumbo.
Vargas Llosa advirtió que en la era del espectáculo “la política ha experimentado una banalización”. Esto es exactamente lo que ocurre cuando en lugar de tomar decisiones con responsabilidad y prudencia, los líderes prefieren convertir la gestión pública en una estrategia de marketing. El objetivo ya no es solucionar problemas, sino dominar la conversación mediática. Petro ha llevado este principio al extremo al exponer sus Consejos de Ministros como si fueran una vitrina de transparencia, cuando en realidad están desdibujando la línea entre lo que es gobierno y lo que es espectáculo.
El problema con esta política es que destruye la confianza en las instituciones. Vuelve el estado un espectáculo circense populista, incoherente, mentiroso y superficial. Si el propio gobierno transmite caos, división e improvisación, ¿por qué la ciudadanía debería creer en su capacidad de resolver los problemas del país? La gestión pública requiere seriedad, deliberación real y responsabilidad, no dramatización y exhibicionismo. En este vacío, la política deja de ser un ejercicio de gobierno y se convierte en una farsa. O peor, en un espacio para el desvarío y la alucinación. Y mientras tanto la ciudadanía esperando respuestas y un cambio que nunca llegó.
Gobernar no es producir titulares ni alimentar polémicas diarias en redes sociales. ¡Es urgente recuperar la seriedad en el manejo de la cosa pública!. La Casa de Nariño no puede convertirse en la casa de los famosos .