Seguridad y protesta social
Siempre he reiterado que la seguridad es un valor de la democracia que garantiza el ejercicio de las libertades colectivas e individuales, que debe ser la seguridad un garante de derechos, máxime en aquellos que los ejercen en legalidad, respeto por los demás y en el reclamo justo de estos o de las injusticias, vengan de donde vengan.
La libertad como un derecho garantizado por la seguridad, comporta también obligaciones las que nacen en el goce efectivo de las libertades de los demás, no podría haber una libertad plena sino hay un respeto pleno por el otro. El disenso es también otro precepto que garantiza el enriquecimiento de la democracia, la contradicción basada en el argumento, la discusión sana y legal construye sociedad.
Por eso, bajo ninguna circunstancia debe permitirse la violencia, ni por actores ilegales, ni por aquellos que, disfrazados de inconformes, vandalizan el ejercicio de la libre protesta, protegida por la constitución y la ley.
Esta crisis nos traerá graves consecuencias económicas, sobre todo en sectores sociales muy afectados con la generación de ingresos, por ende, una alta taza de inseguridad que se reflejará en delitos comunes como el hurto y la extorsión, estas consecuencias serán mucho más agudas en las zonas urbanas, pues las rurales se han convertido en las “zonas limpias”, de producción agrícola, ambiente sano, generación de recursos y sobre todo tranquilidad.
Es increíble la evolución del fenómeno social de inseguridad en nuestro país, que pasó de lo rural a lo urbano y con características absolutamente distintas, eso sí, ambos alimentados por la inequidad y la injusticia social.
La protesta social hoy goza de cabal salud, la sociedad no puede dejarla infectar de los intereses politiqueros y electorales, menos de los violentos, hoy más que nunca la movilización social debe ser el instrumento pacifico ejemplarizante, unos pasos que reafirmen una conciencia social colectiva sobre el país que soñamos, queremos y debemos construir con hechos tangibles y realidades contundentes, no con discursos y arengas, que no construyen sino generan más división y odio en el país. La seguridad y la protesta social deben ir de la mano para garantizar el sagrado derecho de la libertad.