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Petro, no mienta, desde la mentira no amenace y con su poder no intimide

Petro, no mienta sobre el barretismo, desde el Tolima rechazan que se usen amenazas e intimidaciones para estigmatizar a sectores políticos.
Imagen
José Monroy
Crédito
Ecos del Combeima
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27 Jul 2025 - 7:17 COT por José Adrián Monroy

El presidente Gustavo Petro afirmó recientemente que las protestas del paro arrocero en el Tolima no eran espontáneas, sino impulsadas por políticos opositores, señalando directamente al Barretismo y a la Gobernadora Adriana Magali Matiz. Así, el legítimo reclamo de cientos de campesinos y productores tolimenses fue reducido a una supuesta conspiración electoral.

Esta narrativa es peligrosa por varias razones. Primero, porque deslegitima la protesta social como mecanismo constitucional de expresión ciudadana. Segundo, porque invisibiliza las razones estructurales que llevan al campo a la movilización: bajos precios de compra, altos costos de producción, promesas incumplidas y un Estado ausente en los momentos clave de la cadena productiva. Y tercero, porque lanza una señal preocupante: el gobierno nacional escucha, si las protestas son a su favor, pero si los critican, somos un instrumento de la oposición.

El Tolima es tierra arrocera. No solo siembra arroz: lo trabaja, lo transforma y lo resiste. Los productores no se levantan de sus cultivos para bloquear una carretera por deporte, ni por capricho político. Lo hacen cuando sienten que nadie los está oyendo, cuando el Estado mira hacia otro lado o cuando los precios no alcanzan ni para cubrir el fertilizante. Desconocer esa realidad es ofender la dignidad y la inteligencia de los agricultores tolimenses.

¿Hay políticos que intentan capitalizar las protestas? Posiblemente. Pero eso no convierte las demandas arroceras en improcedentes. Convertir todo conflicto social en una maniobra política no solo es simplista, sino profundamente injusto. Es una forma de no asumir responsabilidades. Pues es más fácil culpar a la oposición, que trabajar para solucionar los problemas que padecen los colombianos.  El gobierno Petro llegó con la promesa de gobernar para los de abajo, no obstante, cuando los de abajo protestan, son tratados como enemigos. ¿esa es la coherencia de quien se autoproclama la representación del pueblo? ¿Cuándo el inconformismo popular dejó de ser un derecho para convertirse en una amenaza?

Colombia necesita un liderazgo que escuche, no que señale. Que reconozca los errores, no que los esconda bajo la sombra del “otro”. Porque si todo lo malo es culpa del pasado, y todo lo incómodo es culpa de la oposición, entonces ¿para qué se hizo elegir presidente?

Bien lo dijo la Gobernadora, “Es inaudito que usted “el presidente de las libertades y el cambio” descalifique la protesta de este sector con mentiras e infamias … no mienta, desde la mentira no amenace y con su poder no intimide”.

Finalmente, el campo tolimense y colombiano no tiene ideología, pero sí memoria. Y la memoria del campesino colombiano está cansada de gobiernos —de izquierda o de derecha— que prometen mucho, escuchan poco y no hacen nada.