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Festival Folclórico Colombiano: Cultura que mueve la economía del Tolima

Durante los meses de junio y julio, el departamento del Tolima se convierte en un epicentro de tradición, identidad y dinamismo económico gracias a la fuerza de sus festividades folclóricas.
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Alejandro Rozo
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Suministrada
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30 Jun 2025 - 18:05 COT por Alejandro Rozo

Estas celebraciones no solo exaltan nuestras raíces culturales, sino que se han consolidado como motores reales de desarrollo regional, generando oportunidades para todos los actores del territorio. Lideradas por las administraciones municipales y departamental, con el respaldo de las entidades culturales y turísticas, las festividades representan una expresión viva de inclusión, participación y progreso.

La programación es diversa y vibrante: desfiles, comparsas, conciertos, ferias artesanales, muestras gastronómicas y actividades recreativas para todas las edades y poblaciones. Eventos como los reinados departamental y nacional con sus majestuosos desfiles, el día del Tamal, de la Lechona, del sombrero tolimense, de la achira o el desfile Náutico en el río Magdalena entre Suárez y El Espinal, son símbolos de cómo el enfoque descentralizado ha permitido que la riqueza cultural del Tolima llegue a distintos rincones del departamento. Esta estrategia de territorialización no solo ha fortalecido el arraigo y la identidad, sino que también ha tenido un impacto directo sobre la economía local.

El crecimiento económico del Tolima respalda esta realidad. Según cifras oficiales del DANE, el Producto Interno Bruto (PIB) departamental alcanzó los $37 billones en 2024, consolidando al Tolima como una de las economías regionales de mayor dinamismo en el país, con un crecimiento del 2,6 % que supera el promedio nacional. Comparado con departamentos vecinos, el Tolima lidera la región con una diferencia significativa. Este posicionamiento no es casual, responde a un modelo territorial que ha sabido activar sus potencialidades internas, entre ellas, el turismo cultural y la economía creativa.

Dentro de la estructura del PIB, el sector de comercio, alojamiento y reparación de vehículos tuvo una participación del 18,1 %, equivalente a $6,7 billones, estrechamente vinculado a la temporada festiva, donde el consumo interno se dispara. A su vez, el sector de actividades artísticas, de entretenimiento, recreación y otros servicios ha registrado un crecimiento sostenido, pasó de representar el 1,9 % del PIB en 2020 al 3,0 % en 2024, lo que significa una contribución superior a un billón de pesos a partir de toda esta derrama económica que generan las festividades en el Tolima durante los meses de junio y julio. Esta tendencia confirma que el arte, la cultura y el turismo no son solo patrimonio simbólico, sino también activos económicos estratégicos para el desarrollo regional.

La ocupación hotelera durante el Festival Folclórico ha alcanzado el 100 % en Ibagué y otros municipios. Esto ha impulsado el crecimiento de formas alternativas de hospedaje, como hostales, alojamientos rurales y plataformas digitales como Airbnb. También se evidencia una ampliación en la cobertura del transporte público, mientras que bares, gastrobares, restaurantes y comercios reportan un incremento considerable en sus ventas, con repuntes de hasta un 40 % durante la temporada alta. Todo este movimiento dinamiza un tejido empresarial que va desde el pequeño emprendedor hasta las grandes cadenas de servicios, generando empleo directo e indirecto y fortaleciendo el consumo interno.

Es en estas festividades donde también florece la economía popular, familias que preparan tamales o lechona, artesanos que comercializan productos típicos, músicos, bailarines, sastres de trajes folclóricos, gestores de eventos, productores audiovisuales, transportadores y vendedores informales. Todos forman parte de un ecosistema que encuentra en la cultura una oportunidad concreta de generación de ingresos y movilidad social. No se trata únicamente de celebrar por celebrar, sino de transformar la fiesta en estrategia, la tradición en inversión, y la identidad en proyección económica.

En este contexto, es urgente fortalecer una visión de política pública que incorpore la cultura como eje transversal del desarrollo económico. Esto implica mejorar la infraestructura logística y vial, ampliar la promoción internacional del Tolima como destino cultural, invertir en formación de talento creativo y garantizar condiciones dignas para quienes hacen posible la fiesta. Con visión y planificación, las festividades pueden convertirse en la base de una economía creativa sostenible y descentralizada.

El éxito del Festival no se mide únicamente en número de asistentes o recursos invertidos, sino en su capacidad de transformar realidades, tejer comunidad y posicionar al Tolima como un referente cultural, económico y turístico del país. La cultura, bien entendida, no es solo memoria ni espectáculo, es motor, es estrategia, es economía viva. En el Tolima, lo simbólico y lo productivo se dan la mano para mostrarle al país que el crecimiento también puede oler a tamal, sonar a bambuco, San Juan, San Pedro y vestirse de traje típico.

Hoy más que nunca, el llamado es a construir sobre lo construido, a consolidar este legado cultural como pilar de una economía regional que avanza con paso firme. Porque si algo demuestra el Festival Folclórico, es que la identidad no solo se celebra, también se produce, se exporta y genera bienestar. En el corazón de Colombia, el Tolima reafirma su papel como centro de oportunidades, con una cultura que no solo enriquece el alma, sino que impulsa el desarrollo.