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El fracaso de la planeación en Colombia, sin datos e información no se puede construir el futuro

A Colombia lo intentan gobernar como un país del siglo XXI con instrumentos del siglo XX y mentalidades del siglo XIX. Mientras el mundo avanza hacia ecosistemas de datos, inteligencia artificial, interoperabilidad y modelos predictivos para planificar su desarrollo.
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Alejandro Rozo
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Suministrada
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23 Nov 2025 - 8:20 COT por Alejandro Rozo

Nuestro aparato estatal aún celebra como “innovación” la digitalización de PDFs, los mapas estáticos y las multiplicaciones de Excel inconexas. Así es imposible construir un futuro próspero. Un país que produce documentos, pero no conocimiento, que simula planear sin saber dónde está parado, ni adónde va, está condenado a repetir sus errores y a profundizar sus crisis.

La improvisación domina la planificación nacional, departamental y municipal en Colombia. En el sector agropecuario, por ejemplo, no existe una integración real entre el catastro multipropósito, el SIPRA de la UPRA, los sistemas ambientales del Ministerio de Ambiente, las plataformas de riesgo climático, los mapas de uso del suelo ni los registros productivos territoriales. Cada sistema opera como una isla, generando información valiosa pero aislada, incapaz de dialogar entre sí para producir conocimiento útil. No sabemos con precisión qué se siembra, dónde se siembra, qué tan productivos son los suelos, cuál es la disponibilidad hídrica, cómo varían los costos logísticos o qué riesgos ambientales amenazan la producción. La política pública que nace de esa visión miope es inevitablemente imprecisa, costosa e ineficiente.

En logística ocurre algo similar, las decisiones sobre infraestructura siguen dependiendo de estudios fragmentados, PDFs estáticos y supuestos que no reflejan la realidad dinámica de los flujos de carga. Colombia no cuenta con un sistema integrado que permita leer en tiempo real los movimientos de mercancías, los tiempos de viaje, el estado de corredores, los volúmenes por peajes, los riesgos operativos o los costos por tramo. Se planifica a ciegas, y esa ceguera se paga con cuellos de botella que nunca se resuelven y obras multimillonarias sin impacto real en la competitividad.

La mayor tragedia se encuentra en la ausencia de un ecosistema moderno de información geoespacial. Los municipios y departamentos continúan aprobando POT sin capas SIG actualizadas, sin modelos de simulación, sin análisis de aptitud territorial, sin prospectiva y lo peor, sin modelos de ocupación que permitan un verdadero desarrollo económico para los territorios.

En medio de esta precariedad de datos e información aun no todo está perdido, pues existen territorios que vienen apostando por construir sistemas de información para apalancar la planificación del futuro. La RAP Eje Cafetero es un claro ejemplo de ello, esta entidad ha comprendido que un sistema de información no es un repositorio, sino una plataforma viva para decidir. Desde 2022 viene construyendo un ecosistema regional de información que integra SIG robustos, tableros interactivos, indicadores en tiempo real, análisis logístico, capas de ordenamiento, información productiva y un Observatorio ODS que articula lo regional con estándares globales. No es solo tecnología, es visión y un primer paso hacia una planeación moderna. Es un modelo que muestra cómo se planifica en el siglo XXI y que demuestra que cuando se invierte en información, el territorio se entiende, la política pública mejora y las decisiones se vuelven inteligentes.

Las diferentes regiones del país podrían replicar este modelo de planificación a partir de sistemas de información basados en interoperabilidad, estándares abiertos, datos de calidad, talento especializado, inteligencia artificial y una gobernanza de datos robusta y especializada. Esto significa integrar el catastro multipropósito con los sistemas ambientales del SINA, con el SIPRA de la UPRA, con los sistemas productivos regionales, con la analítica para logística con plataformas de información educativa y laboral que operen sobre brechas de capital humano previamente identificadas. Significa que los datos hablen el mismo lenguaje, que se actualicen en tiempo real, que permitan simular escenarios, anticipar crisis, modelar impactos y orientar la inversión pública hacia decisiones estratégicas. Significa pasar de planear por intuición a planear por evidencia.

Un país que no conoce su territorio no puede transformarlo, un país que no integra sus datos no puede anticiparse al futuro, un país sin prospectiva solo reacciona tarde a problemas que pudo haber evitado. Lo que está en juego no es un tecnicismo, es la capacidad real para enfrentar el cambio climático, diversificar la economía, modernizar el campo, fortalecer la logística, atraer inversión y orientar la formación del talento humano de manera pertinente, articulada y eficiente.

No podemos seguir planificando a ciegas. El reto es profundo y la solución es clara, necesitamos un Sistema Nacional de Información Territorial y Sectorial que articule todo el ecosistema público en una sola infraestructura digital, interoperable, moderna y conectada con inteligencia artificial IA. Necesitamos dejar atrás el fetiche de los documentos y abrazar la analítica. Necesitamos entender que la planificación del futuro no se escribe, la planeación se modela, se simula, se visualiza y se predice. La construcción del futuro está en nuestras manos.