¿Asesinato en la 37 podría tratarse de un ajuste de cuentas entre bandas?
Una serie de hechos violentos ocurridos en las últimas semanas volvió a encender las alarmas en Ibagué, luego de que dos personas con amplio prontuario fueran asesinadas y un ataque armado interrumpiera un cortejo fúnebre en pleno centro de la ciudad, dejando un saldo de heridos y otra víctima mortal.
El primer hecho se registró el pasado 1 de septiembre en Nueva Castilla. Allí, Claudia Paola Ramos fue baleada en vía pública. Aunque alcanzó a llegar con vida a la Clínica Nuestra, falleció pocas horas después. Fuentes oficiales confirman que la mujer acumulaba procesos por concierto para delinquir, extorsión y porte de estupefacientes.
Tres semanas más tarde, la violencia volvió a repetirse. James Avellaneda Rodríguez, pareja sentimental de Ramos, fue atacado por sicarios el 23 de noviembre en Jardín Santander. Pese a recibir atención médica, el hombre murió por la gravedad de las heridas. Avellaneda registraba múltiples anotaciones por tráfico de armas, concierto para delinquir y tráfico de estupefacientes.
Pero el episodio más preocupante ocurrió durante su sepelio, el pasado miércoles. En plena caravana fúnebre, dos hombres en motocicleta dispararon indiscriminadamente contra los asistentes. El ataque dejó seis heridos y un fallecido: Jeison Sánchez, de 26 años, quien tenía diez anotaciones judiciales, entre ellas homicidio y lesiones personales. Sánchez permanecía en libertad por vencimiento de términos.
Tras el atentado, unidades de Policía y Fiscalía adelantaron inspección técnica, levantaron material balístico y comenzaron la revisión de cámaras en los corredores por donde se movilizaron los agresores. Las autoridades no descartan que los tres hechos estén conectados y respondan a un mismo conflicto entre estructuras criminales con presencia en la ciudad.
La investigación avanza con el testimonio de los heridos y con la trazabilidad del recorrido de los sicarios, mientras la ciudadanía exige respuestas ante una violencia que parece escalar sin contención.