¿Y la Cámara de Comercio de Ibagué?
La Cámara de Comercio de Ibagué tiene como misión ser vocero de los intereses del sector empresarial, trabajar por una región de empresarios “reza su eslogan”, asesorando y desarrollando programas y proyectos empresariales y de investigación, administrar métodos alternos de solución de conflictos, prestando servicios de registros públicos delegados por el Estado, afiliación y capacitación empresarial, con el propósito de incrementar la competitividad y fortalecer el tejido empresarial de la jurisdicción, la que componen once municipios del departamento.
También podemos mencionar que es una entidad gremial de carácter privado que agrupa a pequeños, medianos y grandes empresarios y busca fortalecer el sector empresarial con recursos privados, aunque manejan funciones públicas ordenadas por la ley entre otras, los registros mercantiles y de proponentes.
En ciudades donde el tejido empresarial es fuerte lógicamente los ingresos de las Cámaras de Comercio son mayores, pero en nuestra ciudad donde el componente de unidades de negocio corresponde en un 97% al sector microempresarial (26,215 empresas activas antes de la pandemia de las cuales 25,226 son microempresas) estos ingresos son escasos y se debe recurrir a la gestión, a la presentación de proyectos, al diseño de estrategias y alianzas con entidades del orden nacional e internacional, así como a convenios con Entes Territoriales, lo que no está mal, siempre y cuando no obedezca solamente al favorcito del convenio, como normalmente sucede, para dar cumplimiento a planes de acción que integran metas poco ambiciosas y con mínimo incremento de indicadores de gestión.
Temas como estos son los que nos llevan a pensar en un desamparado sector empresarial agremiado por la Cámara de Comercio de Ibagué, que necesita verse representado por un verdadero presidente ejecutivo que sea capaz de liderar procesos en busca de dar cumplimiento a la misión mencionada anteriormente y de esta manera, ser el vocero de los intereses del sector empresarial, no de unos pocos que lo sostienen en un cargo que le cuesta a los empresarios aproximadamente 20 millones de pesos mensuales, y que pese a una baja gestión, sin resultados de impacto, sin relacionamiento nacional y menos internacional, cumple un año como se diría coloquialmente, sin pena ni gloria, pero que cada vez desdibuja más el papel gremial con la falta de liderazgo, con el más alto porcentaje de desempleo, cifra que ha llegado a límites desbordados y donde la Cámara de Comercio, en cabeza de su presidente ejecutivo, debería tener clara la hoja de ruta a seguir para cumplir con el fortalecimiento del tejido empresarial de la región.
Ahora bien, con la creación de la Agencia de Promoción de Inversión API, la meta es fortalecerla, para lo que se debe tener definido realmente cuáles son los atractivos que vamos a ofrecer a los posibles inversionistas, el derecho de las cosas sería trabajar en las debilidades para volverlas fortalezas y en las amenazas para volverlas oportunidades para salir a vender una ciudad en la que el alcalde está trabajando para mejorar su competitividad, pero no solo es el primer mandatario sino también un grupo de actores privados y públicos a los cuales les corresponde una misión que debería ser articulada por la Cámara de Comercio para fortalecer verdaderamente el tejido empresarial, y que no termine solamente en cuatro o cinco puestos con unos jugosos salarios.
Como diputado del departamento creo y confío en el interés que les asiste a los mandatarios municipal y departamental, pero coincido con muchos que sienten el abandono de la Entidad Cameral que debería ser líder en los procesos de recuperación empresarial, trabajando hombro a hombro con los empresarios, en terreno, trabajo de campo, no solo las visitas a sus amigos para la foto, como si esto fuera la gestión que requiere el empresariado de la ciudad, esto no es el fallido Bureau de Eventos que se dedicó a asistir a los mismos y disfrutarlos sin mostrar resultados y traer para la región eventos de impacto que dinamicen la económia de Ibagué y el Tolima. Ni tampoco el actual Festival Folclórico Colombiano en manos de una Corporación que ya está mandada a recoger y que no fue capaz de generar los mejores indicadores de turismo como la ocupación hotelera, financiándose en más de un 80% de recursos públicos. O por último, la organización de la Feria Ibagué, Negocios y Moda que por más de diez años no ha pasado de generar algunos “negocios” para unos pocos con idéntico modelo al del Festival Folclórico Colombiano: altísima financiación estatal sin indicadores claros de beneficios para el colectivo de empresarios del Clúster de la Moda del Tolima.
Menos protagonismos, menos fotos y más acción.