La delgada línea entre la resignación y la aceptación
“La sabiduría es asumir lo que no puedo cambiar, cambiar aquello que sí puede ser cambiado y sobre todo, de conocer la diferencia”: Marco Aurelio
La pregunta es ¿cómo vamos a abordarlo? ¿Hay opción? Es indiscutible que nadie nos preparó para afrontar la situación actual que todos vivimos, sin embargo hay dos posibles escenarios mentales y actitudinales que podemos elegir, sin costo.
Bajo momentos de alta presión en momentos coyunturales, podemos escoger entre la resignación y la aceptación. Y son dos conceptos bastante diferentes que conducen a horizontes opuestos.
La resignación es la disposición mental a pensamientos de desesperanza y sin sentido, en donde las personas se convencen de que no es posible hacer nada para cambiar las circunstancias, no porque las magnitudes de las dificultades sean inmensas e incontrolables, sino porque se consideran muy pequeñas, poco o nada preparadas para hacer frente e insuficientes en su interior y sin ningún recurso para encarar la batalla.
Las personas resignadas son fundamentalmente quienes se creen (y se sienten) víctimas de la situación, que se resisten a ella y se inclinan a culparse a ellos mismos y a todo a su alrededor, cultivando sentimientos de vacío, de ira contenida que lleva al resentimiento, a la tristeza prolongada y a la desesperación.
Si las preguntas que Usted se hace cada día al despertar son del estilo recriminatorio como: ¿Qué hice yo para merecer esto? ¿Qué va a pasar con mi vida, con mi trabajo, con mi familia? ¿Por qué no ahorré antes para una situación así? ¿Por qué el gobierno no hace algo para que todo esto pase? Déjeme contarle que ésta predisposición a ver los peores escenarios y oscurecerlos aún más sin ningún sentido, debilitan su sistema inmune, lo hacen más propenso al deterioro y no lo dejan ver más allá, no le permiten vislumbrar lo bueno que se esconde debajo del manto negro de la realidad.
La resignación deteriora nuestra capacidad mental para encontrar ventanas a las posibilidades. Si Usted está invadido por la impotencia, por la frustración, por el enfado, por sentimientos de desánimo y de culpa, que lo llevan a paralizarse, a pasar del miedo al pánico que conduce a la inmovilidad, es posible que esté sumido en la resignación, y es normal, pero no es lo único que hay, porque la situación actual no determina enteramente su desempeño ni su disposición a transformarla desde su rango de acción, es decir desde su ser, que es, por ahora, lo único que puede controlar.
La Aceptación es tener clara la conciencia de que las circunstancias son complejas, agobiantes y difíciles, pero la gran diferencia es que no se rechazan, no se desgasta la energía preciosa en una pelea ridícula en su contra. Cuando estamos en estado de aceptación apelamos a la fuerza interior, a la auto confianza y la fe, a la calidad de los logros pasados, al camino andado, a los lazos de afecto que hay alrededor y a la disposición de cuidarse, ayudarse y de ayudar a otros de manera generosa y auténtica.
Cuándo aceptamos nos llega la convicción de que algo podemos hacer, que no estamos desahuciados. ¿Esto nos exigirá reinventarnos? Sí. ¿Nos exigirá creer más en nuestras capacidades? Sí. ¿Nos llevará a reconocer que necesitamos adaptarnos y eso exigirá esfuerzo? Sí. ¿Tendremos que explorar posibilidades que antes no vislumbramos? Sí. La gran tarea es descubrir cuál es el propósito que esta realidad esconde para cada uno.
Estamos todos, Usted y Yo, enfrentados a nuevos sucesos que se configurarán en cada una de las personas de acuerdo a su nivel de aceptación, de la manera en que abracemos esta realidad y avancemos con determinación y compromiso, creyendo firmemente que sí hay posibilidades de compensar con acciones el dolor por el cual estamos pasando.
“El secreto del cambio es enfocar toda tu energía, no en la lucha contra lo viejo, sino en la construcción de lo nuevo” Sócrates
Aquí 4 tips para ayudarle a incrementar su nivel de aceptación:
1. Recupere su nivel de creencia en sus talentos y en sus posibilidades de crecimiento, de adaptación y de desarrollo. Por más que la tormenta esté golpeando fuerte, no permita que su interior se inunde de desesperanza, aférrese a sus valores y a su fe.
2. Cuide el foco de su atención, no sea un títere del sistema que se deja manipular por el consumo excesivo de la información nociva, apocalíptica y pesimista que lo deja sumido en la tristeza. Enfóquese en estar enterado sobre las disposiciones que debe cumplir para cuidar y cuidar de los suyos así como en las oportunidades del entorno, sin desbalancear su equilibrio físico, emocional y mental que es lo que más vale en este momento.
3. Use palabras que asocien la actual situación de auto protección y auto aislamiento con registros e imágenes positivas, episodios que lo conecten con paz y sus sinónimos, a todo nivel. No piense en el confinamiento como una cárcel o como un castigo, piense y hable de ello como una oportunidad para cuidarse y estar más cerca de su familia y para pensar en la forma más idónea y eficiente para salir adelante. Cuide sus palabras y sus pensamientos, haga que ellos apuesten por estados de ánimo más benevolentes con su cuerpo, con sus capacidades, más orientados hacia la construcción de una realidad más provechosa.
4. Aléjese de los agujeros negros- Esquive a la gente tóxica, a los ponzoñosos, pesimistas y enfocados en lo peor de las circunstancias, ponga especial distancia con la gente que solo ve el aspecto feo de la vida como única realidad, es veneno. Y lo más importante, no se convierta en uno de ellos. Es letal.
Lo más desafiante es cambiar lo que sí está al alcance de nuestra mano. ¿Ya revisó qué puede cambiar dentro de Usted para hacer frente a esta realidad que nos ha tocado vivir?