44 muertes que estremecieron al Tolima: la fiebre amarilla, la emergencia que marcó el 2025
La fiebre amarilla se convirtió en una de las crisis sanitarias más graves que enfrentó el Tolima en los últimos años.
Aunque los primeros casos comenzaron a registrarse a finales de 2024, fue durante 2025 cuando el brote tomó fuerza, obligando a las autoridades a decretar emergencia sanitaria, activar medidas extraordinarias y reforzar la vacunación masiva en todo el departamento.
Según el boletín epidemiológico de la semana 51, con corte al 17 de diciembre, en el Tolima se han registrado 118 casos confirmados de fiebre amarilla, de los cuales 44 personas fallecieron, lo que deja una tasa de letalidad del 38 %.
El impacto del brote se concentró principalmente en el sur y oriente del departamento.
Los municipios con mayor número de casos son Ataco (26), Cunday (22), Villarrica (21) y Prado (17), seguidos por Chaparral (8) y Rioblanco (8). También se reportaron contagios en Purificación (7), Dolores (4) y, con menor incidencia, El Espinal, Palocabildo, Melgar, Ibagué y Valle de San Juan, con un caso cada uno.
Ante el avance de la enfermedad, el departamento activó una respuesta institucional sin precedentes.
Durante el primer semestre del año se intensificaron las campañas de vacunación, se exigió el carné de inmunización en instituciones educativas, se implementaron controles sanitarios para viajeros y se otorgó a los alcaldes la potestad de suspender ferias y festividades en municipios con brotes activos.
Incluso, algunas localidades como Ataco optaron por cancelar sus celebraciones tradicionales como medida preventiva.
Ante el avance de la enfermedad, el Gobierno Nacional tomó un papel protagónico. En abril, el presidente Gustavo Petro se refirió públicamente a la crisis y anunció medidas extraordinarias para contener el brote, incluyendo la declaratoria de emergencia sanitaria y el anuncio de una eventual emergencia económica para garantizar recursos destinados a la atención y prevención de la fiebre amarilla.
El mandatario señaló fallas en la respuesta territorial y cuestionó a la Gobernación del Tolima de Adriana Magali Matiz por la supuesta falta de giro oportuno de recursos para enfrentar la emergencia.
Reparos a los que en su momento respondió la gobernadora Matiz.
En paralelo, la red hospitalaria del Tolima enfrentó una fuerte presión por la complejidad de los casos, varios de los cuales requirieron estancias prolongadas en unidades de cuidados intensivos y tratamientos especializados de alto costo.
La emergencia dejó en evidencia las fragilidades estructurales del sistema de salud y la necesidad de una articulación más sólida entre Nación, departamento, EPS y hospitales.
En materia de prevención, el balance muestra avances, pero también desafíos. De acuerdo con el mismo boletín epidemiológico, el 62 % de la población del Tolima está vacunada contra la fiebre amarilla, lo que equivale a 789.845 personas inmunizadas.
La crisis también quedó en evidencia con la muerte de primates no humanos en varios municipios del departamento, un hecho que encendió las primeras alertas epidemiológicas y permitió rastrear la circulación del virus.
Autoridades ambientales y académicas insistieron durante toda la emergencia en que los monos no transmiten la fiebre amarilla, sino que son víctimas del virus, al igual que los seres humanos, y que el contagio se produce exclusivamente a través del mosquito vector.
Este impacto sobre la fauna silvestre llevó a la Corporación Autónoma Regional del Tolima (Cortolima) y a la Universidad del Tolima a diseñar y socializar una guía técnica para la atención de fiebre amarilla en primates no humanos, que se convirtió en un referente nacional para el monitoreo, análisis y manejo de brotes en vida silvestre, fortaleciendo la vigilancia temprana de la enfermedad.