2025: año del recrudecimiento de la violencia
Un informe publicado en días pasados por la Universidad Externado de Colombia da cuenta que durante los primeros tres años de gobierno del presidente Petro, se registraron más de 40 mil homicidios (2 mil más que en los periodos de los expresidentes Santos y Duque) generando ello un recrudecimiento de la violencia en un gobierno en el que el discurso de la paz ha sido únicamente retórico.
En ese documento, los investigadores alertaron sobre los enfrentamientos por territorios entre integrantes del ELN, las llamadas disidencias de las FARC, y grupos como el Clan del Golfo a lo largo y ancho del país, y con mayor asentamiento en los departamentos del Magdalena, Santander, César, Bolívar, Atlántico y Huila. Así mismo, genera preocupación el incremento de la mal llamada delincuencia común, y el desplazamiento del conflicto hacia territorios vecinos, en los que antes la violencia no impactaba tan fuerte, pues departamentos como Antioquia, Nariño y Córdoba mostraron caídas relevantes en el índice de violencia, pero ciudades intermedias como Pereira e incluso Ibagué han registrado oleadas violentas que en tiempos anteriores no eran comunes.
Hay algunas cosas que pueden inferirse del citado informe realizado por el Centro de Paz Externadista. Lo primero es que efectivamente la política de “paz total” del presidente Petro fue un rotundo fracaso, pues no solo no logró desescalar el conflicto, sino que la violencia ha alcanzado cifras exageradas. Lo segundo es la desconexión del mandatario con esas problemáticas, pues al estilo de Maduro, Petro en el último tiempo se ha dedicado a pelear con los Estados Unidos, y a interferir en problemáticas internacionales como el conflicto Palestina-Israel, abandonando completamente las dinámicas territoriales en Colombia. Lo tercero es que adportas de elecciones, no se puede negar, que esas realidades, de por sí ya escandalosas, serán determinantes en la próxima elección presidencial, y desde luego terminarán haciendo flaco favor a la extrema derecha que en cabeza de Abelardo de La Espriella parecieran ser la única alternativa de solución ante la impunidad rampante y la violencia que casi a diario enluta a una familia en el país.
Hay muchas otras cosas en las cuales podría decirse que el 2025 fue un año para el olvido. La corrupción al interior del gobierno, de sus cercanos quienes hoy están detenidos, de la negligencia y la inexperiencia en los cargos públicos, pero, sobre todo, de la soberbia de un presidente que desaprovechó una oportunidad dorada para cambiar mucho de lo que criticó y que terminó haciendo de la mano de viejos políticos tradicionales como Armando Benedetti y Roy Barreras.
El 2025 se va y en el Tolima seguimos reclamando acciones para frenar los sicariatos y los atentados, especialmente en el Espinal, a donde pareciera no haber ni dios, ni ley para los bandidos