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Ibagué tiene la brújula… ¿pero estamos caminando en esa dirección?

Mientras Ibagué celebraba el Festival Folclórico, expertos delineaban en un foro clave el futuro económico del Tolima. Agroindustria, energía y educación fueron los pilares de una visión que pasó casi inadvertida.
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Adriana Matallana
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Suministrada
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27 Jul 2025 - 7:12 COT por Adriana Matallana

El pasado mes de junio, en medio de las celebraciones del Festival Folclórico Colombiano, un acontecimiento clave para el desarrollo del Tolima pasó casi desapercibido: el Foro Regional de El Tiempo y la Fundación para el Desarrollo del Tolima (Fundeto), donde expertos nacionales e internacionales presentaron un diagnóstico claro y un conjunto de propuestas estratégicas sobre el futuro económico de Ibagué y la región. La pregunta es: ¿estamos realmente entendiendo el potencial que tenemos entre manos?

En el foro, se señalaron tres pilares fundamentales: agroindustria, energía y educación, sectores en los que el Tolima tiene ventajas comparativas y la posibilidad real de competir en los mercados globales. Según el Observatorio Económico de la Cámara de Comercio de Ibagué, la agroindustria representa el 21,3% del PIB departamental, destacándose productos como café, arroz, frutas y derivados cárnicos. Pero más allá de producir, el reto está en transformar y generar valor agregado. ¿Por qué no soñamos con una marca regional reconocida mundialmente por su calidad y sostenibilidad?

En materia energética, el departamento avanza con proyectos solares y bioenergéticos. La UPME ha reconocido a Ibagué y El Espinal como zonas clave para el desarrollo de energías limpias. Pero aquí, más que generación, el reto es la formación de capital humano técnico y emprendedor que convierta a esta cadena en fuente de empleo y empresas innovadoras. Según el SENA Regional Tolima, para 2024 más de 7.800 personas se capacitaron en energías renovables, pero aún no existe un ecosistema consolidado que impulse emprendimientos con base tecnológica en este campo.

Y si hablamos de educación, el análisis del DANE es claro: Ibagué es una ciudad universitaria, con más de 54.000 estudiantes en educación superior, pero aún presenta una tasa de desempleo juvenil del 17%, una de las más altas del país. Aquí la desconexión entre lo que enseñamos y lo que el mercado exige se convierte en un obstáculo mayúsculo. ¿Cómo convertir ese talento en empresas y soluciones reales para la región?

Lo más preocupante —y reflexivo— del foro es que muchas de estas discusiones y datos no fueron ampliamente conocidos por la ciudadanía, pues el protagonismo mediático y social de las fiestas opacó su difusión. Esto no es una crítica a nuestras tradiciones —que son valiosas y necesarias— sino una alerta: si no hablamos de desarrollo, otros hablarán por nosotros y decidirán nuestro futuro sin conocernos.

Ahora bien, ¿cómo pasamos de las palabras a los hechos? La competitividad regional no es un documento ni una estrategia escrita. Es un ecosistema de decisiones diarias, de articulaciones entre sectores, de gobernanza colaborativa, de empresarios que creen en su territorio y de ciudadanos que deciden consumir lo local con convicción.

El Tolima e Ibagué deben ver más allá del corto plazo. Tenemos capital humano, recursos naturales, conectividad creciente y un nuevo ciclo de inversiones públicas. Es el momento de convertirnos en un polo de innovación agroindustrial, un hub educativo vinculado al mundo del trabajo, y un territorio donde las energías limpias no sean una promesa sino una realidad que genere ingresos, empleo y bienestar.

¿Qué estás haciendo tú desde tu rol para que esta visión de competitividad regional sea una realidad y no una oportunidad desperdiciada?