Las criticas como elogios

La alcaldesa Johana Aranda ha hecho en los últimos días diferentes llamados a la unidad. Desde su equipo de comunicaciones se ha hecho lo propio en las redes sociales aprovechando la efervescencia de los días de fiesta e incluso ayer temprano en los perfiles de la alcaldía se compartió un emotivo vídeo en el que se ve a un visitante extranjero conociendo Ibagué, y visitando las bondades que tiene la ciudad, tales como el Cañón Del Combeima, el Panóptico, el Parque Deportivo, el estadio Murillo Toro, entre otras.
Personalmente estoy de acuerdo con eso y con que se invite a la ciudadanía a mostrar lo bueno de Ibagué. Nuestra ciudad tiene una serie de ventajas y atractivos turísticos que la ponen en un lugar privilegiado ante otras ciudades, y aquello no solo tiene que ver con la ubicación geográfica estratégica que tiene, sino con la cultura, el arte y la tradición que habita en ella y sus gentes.
Lo que sí hay que dejar claro es que no por ello la misma ciudadanía, ni quienes se han declarado en oposición al gobierno local como los concejales Bolívar, Zambrano, Varón, ni los mismos medios de comunicación pueden dejar de hablar de las necesidades que tiene Ibagué y de las problemáticas que nos aquejan como ciudad, algunas de ellas estructurales y de vieja data como el grave deterioro de la malla vial, el problema del agua en varios sectores, la falta de cultura ciudadana y seguridad vial por las calles ibaguereñas, entre muchos otros.
Se equivocan personas del gobierno local como la gerente del IBAL al manifestar o sugerir en cada entrevista que brinda, que quienes critican las gestiones de la administración municipal lo hacen porque no quieren la ciudad o porque “no han hecho nada” por ella. Ese no puede ser el talante de una funcionaria que se debe a la gente, y menos de alguien de quien dicen aspira a suceder a Johana Aranda en el palacio municipal. Quien gobierna o está frente a un cargo público debe tener carácter, primero para enfrentarse a los retos naturales del cargo, pero también para ser una persona abierta a la escucha, al diálogo y especialmente a las críticas, alejada de la soberbia y la arrogancia que pudiera brindar la investidura de gerente, presidente, secretario, etc.
Hoy día de fiesta en Ibagué y en la mayoría de los municipios del Tolima, nos alegramos de ver las calles coloridas llenas de folclor y de gente dando a conocer nuestra gastronomía y nuestros atractivos turísticos, pero también es necesario recordarles a los funcionarios públicos, que no por ello, se debe dejar de hablar de lo negativo de la ciudad porque los problemas no se tapan, se solucionan. Eso es como si un padre de familia solo quisiera hablar de lo bonito que es su hijo y se molestara con un amigo o con alguien que va y lo advierte porque lo ha visto en malos pasos.
Aquí debe pasar todo lo contrario. Las criticas deberían recibirse como elogios. Desde luego las que son argumentadas, respetuosas, empáticas, y sobre todo pensadas por el bienestar del pueblo. Los huecos en las calles de Ibagué no son un invento de los malquerientes de la alcaldía. La falta de agua en Ibagué no es un cuento chino para hablar mal de X o Y persona, ni para dañarle las aspiraciones políticas a nadie.
Bien por las comparsas, bien por el tamal, la lechona, las reinas, pero que todo eso tan chévere, no nos distraiga, ni distraiga a quienes hoy deben estar trabajando y cumpliéndole a la ciudadanía.