¿Y si el sur del Tolima despertara primero que Ibagué?

Sin embargo, mientras miramos con desencanto el panorama urbano, una señal de esperanza y transformación podría estar emergiendo desde el sur del departamento: el llamado Triángulo del Sur del Tolima.
Este proyecto, que conecta estratégicamente a Coyaima, Natagaima y Purificación ha sido históricamente una promesa de desarrollo para una zona que, durante décadas, ha vivido bajo el estigma del conflicto armado, la pobreza y la desconexión institucional. Pero hoy, el anuncio de su posible reactivación reaviva una pregunta necesaria: ¿será este el momento en que el sur del Tolima tome la delantera en el camino hacia la competitividad?
Más que una obra: una declaración de fe en el territorio
Lo interesante de este proyecto no son solo sus 192 kilómetros de vías estratégicas o su conexión con el Anillo Vial del Sur. Es lo que representa: una apuesta por incluir a territorios históricamente excluidos, convertir la infraestructura en un vehículo de reconciliación y fortalecer la economía campesina desde la raíz.
Por eso, si el nuevo CONPES llega a concretarse, no solo sería un logro técnico: sería una victoria colectiva. Los esfuerzos de inversión estatal recientes se han focalizado en el megaproyecto de riego mencionado, dado que su culminación podría convertir estos municipios en una verdadera despensa agrícola irrigada
Representaría una oportunidad para que el Tolima se posicione en los grandes mapas de desarrollo nacional. Pero, más allá del papel y los discursos, el verdadero reto estará en lograr que las comunidades sean protagonistas de este proceso. Que los caficultores, las asociaciones de mujeres, los jóvenes, los emprendedores, los excombatientes reincorporados y los actores territoriales se sientan parte activa del cambio y no simples espectadores.
Activar el triángulo es, entonces, una oportunidad para detonar el agro-emprendimiento, el turismo de naturaleza, la inversión privada y el retorno de talentos que alguna vez migraron buscando opciones en otras ciudades.
¿Y si los ibaguereños fuéramos más conscientes del privilegio que tenemos?
Es aquí donde como ibaguereños debemos hacer una pausa. Tal vez, mientras nos quejamos del presente urbano, estamos ignorando el renacer rural. Y más grave aún: corremos el riesgo de que otros municipios avancen primero que la capital.
Que el sur despierte no debería generarnos competencia ni escepticismo, sino inspiración. Debe hacernos reflexionar sobre lo importante de revalorar lo nuestro, unirnos como región y construir desde las fortalezas compartidas.
Ibagué tiene el talento, el capital humano y el reconocimiento nacional. Pero necesita con urgencia recuperar la conexión con su territorio, con sus zonas rurales, con los municipios que también son Tolima y que también tienen hambre de progreso.
Un llamado al orgullo territorial
No se trata de caer en discursos triunfalistas ni de aplaudir gestiones antes de ver resultados. Se trata de creer. De informarnos. De dejar de repetir que “aquí no pasa nada” y empezar a preguntar qué podemos hacer nosotros para que pase algo. Lo que está ocurriendo en el sur del Tolima no es una simple obra de pavimentación. Es un símbolo. Y como todo símbolo, puede ser interpretado de dos maneras: como una oportunidad o como un olvido más.
La decisión es nuestra.
¿Estamos listos para dejar de criticar tanto el presente y empezar a construir el futuro desde lo que ya está ocurriendo en nuestra propia tierra?