Gustavo, el emperadorcito

Más allá del simbolismo de la ropa, de la espada y de las banderas del M19 que se ondearon durante esa tarde, el discurso de Petro fue agresivo en contra de la institucionalidad, no solo por el ya popular “HP” que ha venido mencionando para referirse a sus opositores, sino por la forma en que ha querido manifestar que el país vive en el mundo de “100 años de soledad”, y que la salvación es el cambio que él ha querido realizar sin éxito. Libertad o muerte llegó a decir al calor de las masas.
Además del discurso incendiario, el presidente pareció reafirmar soterradamente que ha pensado en buscar la forma de revocar el Congreso por oponerse supuestamente a los clamores del pueblo, traducido ello en oponerse a las reformas que ha querido impulsar desde su gobierno, palabras que le han sido recriminadas duramente por congresistas de diferentes partidos e incluso por antiguos aliados como la representante a la cámara Katherine Miranda, quien le ha recordado a Petro que no es un monarca, ni mucho menos el dueño del país.
Y es que, a decir verdad, para el Presidente de la República, las voces de oposición no tienen validez, así como tampoco la tienen la mayoría de los medios de comunicación del país, exceptuando a RTVC en cabeza de Hollman Morris, que al estilo del sistema de medios públicos de Venezuela en la época de “Aló presidente”, ha venido acaparando los horarios prime de las cadenas privadas de televisión, y generando contenidos propagandísticos, presuntamente de cara a la elección del 2026.
Pareciera entonces que hoy la prioridad del autodenominado “Gobierno del cambio” no son las muertes de los policías y soldados, ni la gente que reclama a gritos los medicamentos para poder seguir viviendo, sino la beligerancia y los aires revolucionarios para demostrar poderío y perpetuar una cadena de poder de personajes nefastos que nada tienen que ver con lo que en principio creyeron (o creímos) la mayoría de los colombianos que lo elegimos. No apareció nunca la vicepresidenta Francia Márquez al lado de Petro en el discurso televisado, pero sí una nueva Ministra de Cultura de la que se dice hizo contratar a un hermano suyo que es diseñador de modas en una oficina que maneja TIC, pero nada pasa, así como nada pasó con los escándalos de Laura Sarabia, entre muchos otros.
Hoy, pareciera que no tenemos presidente, sino un emperador romano que, con espada en mano quiere imponer el orden y la autoridad a un año de terminar oficialmente su periodo. Si ese era el cambio, mejor nos hubiéramos quedado como estábamos.