Alerta por alquiler de jeringas
La escena se repite cada tarde y noche en la esquina de la calle 18 con carrera 14, en el barrio Sucre, en el centro de la ciudad. Hombres jóvenes y mujeres se reúnen en este lugar en busca de dosis de heroína.
Algunos la consumen inhalada, pero particularmente este punto, al que sus usuarios llaman la esquina del ‘H’, es el encuentro de quienes se inyectan.
En este lugar rodeado de bodegas, inquilinatos y amoblados, deambulan retraídos, en medio de sus viajes, jóvenes adictos que encuentran en el papel y el cartón un modo de vida. Su propósito son los 5.000 pesos que les cuesta un gramo de la droga y los 500 pesos que les vale la jeringa, necesarios para su trance, una rutina que se repite una y otra vez.
Pero cuando el día no pinta bien, las jeringas, sagradas para estos adictos, se consiguen en alquiler por 100 o 300 pesos. Son buscadas entre materas o tiradas en la calle, prestadas o arrebatadas a los que en medio de su éxtasis las descuidan. Para algunos, son ‘tesoros’ que se guardan en los bolsillos por días. Y se repite como un círculo que expone a estos adictos a otros males.
Fueron los voluntarios del Centro Escucha de Samaritanos, que interactúan en Sucre con al menos 70 de estos jóvenes entre 15 y 20 años, los que detectaron la situación.
El padre José González, vicario y líder de los Samaritanos de la Calle, alarmado por la situación, planteó ante el Ministerio de Justicia la necesidad de que en Cali, en esa esquina, se adelante un programa que mitigue el riesgo de contagio de enfermedades como VIH y hepatitis.
“Son personas que no tienen normas de higiene, son habitantes de calle. De dos males, el menor, a lo mejor no se puede evitar que consuman, pero sí hacer algo para que no empeore su calidad de vida y no se contagien de enfermedades”, dice el padre José González.
Y al amparo de la Ley 1641, que plantea derechos para habitantes de calle, ha pedido que se estudie la posibilidad de un programa de intercambio de jeringas para estas personas. “No se trata de darles el producto que consumen, sino las jeringas que evitarán contagios”.
La directora Estratégica y Análisis del Ministerio de Justicia, Martha Paredes, reconoció que la inquietud ha puesto el tema en el tablero y Cali quiere ver cómo se interviene en el tema del alquiler de jeringas y se explora la posibilidad de entregar kits como una réplica de un programa que avanza en Pereira.
Fernando Gutiérrez, secretario de Salud del Valle, dice que la problemática preocupa y es tema de análisis del Consejo Departamental de Estupefacientes.
“Se ha tratado de definir una política pública integral hacia la reducción del consumo y el control de oferta de sustancias psicoactivas y uno de los elementos que venimos discutiendo es poder llegarles a las personas drogadictas para que empiecen el manejo de medidas sanitarias e higiénicas”, agrega el funcionario.
La secretaría le está dando una mirada al programa CAMBIE, que se realiza en Risaralda. Este consiste en recibir de parte de los adictos una jeringa usada para, a cambio, entregarles un kit que contiene una jeringa, isopañil, agua, cura y cazoleta. Las autoridades ahora tratan de determinar si es posible su implementación con pilotos en el barrio Sucre, en Cali, y Yumbo, en la zona de discotecas.