El cementerio San Juan Bautista de Chaparral, en el Tolima, tiene un valor forense significativo para la búsqueda. En su interior alberga el mayor número de cuerpos no identificados en el sur del departamento. Es por eso que varias familias se encontraron allí, aunque extrañas entre sí. Las une un mismo dolor y vacío.

Entre ellas está la familia Guerrero Tovar, de la vereda La Estrella, zona rural de Planadas, que desde hace 23 años busca a uno de sus parientes. A pesar del tiempo transcurrido, Marylin Guerrero Tovar no pierde la ilusión de saber que sucedió con su hermano.

Por eso emprendió una ardua búsqueda que la ha llevado a explorar distintos caminos. El más reciente la condujo al cementerio de Chaparral. «Así como está mi familia, hay muchas más en La Estrella buscando a sus seres queridos, con la esperanza de que un día, muy cercano, se va a hacer realidad este sueño para todos», expresó.

Luego añadió: «Yo era muy pequeña cuando esto ocurrió, pero sé lo que ha sufrido mi madre. Una mamá puede tener siete hijos u ocho, pero ella ama a todos sus hijos por igual. Un hijo es un pedacito de corazón».

El cementerio San Juan Bautista de Chaparral, en el Tolima, tiene un valor forense significativo para la búsqueda. En su interior alberga el mayor número de cuerpos no identificados en el sur del departamento. Es por eso que varias familias se encontraron allí, aunque extrañas entre sí. Las une un mismo dolor y vacío.

Recordó que cuando tenía 13 años vio a su hermano por última vez. «Él fue al pueblo a buscarme para saludarme y era un hombre totalmente diferente al niño con el que yo había crecido. Mi mami me muestra fotos familiares y él es igualito a un tío, son como almas gemelas», recuerda.

También evocó las cartas que él enviaba para mantenerse en contacto. «En su última comunicación a mi madre, expresaba lo mucho que nos amaba». Son estas memorias las que impulsan a Marylin a seguir recorriendo un arduo camino, el cual espera pueda concluir pronto para entregarle paz a sus seres queridos, en especial a su madre.

«La investigación humanitaria y extrajudicial liderada por la Unidad de Búsqueda localizó 15 personas dadas por desaparecidas de La Estrella sepultadas en este camposanto, de las cuales ya se cuenta con nueve identidades orientadas. Seguimos en la búsqueda de sus familiares. Esta acción humanitaria implicó la revisión de fotografías aéreas del cementerio en distintas épocas para entender cómo eran los usos funerarios en las zonas o sector de la caridad», explicó Claudia Beltrán, investigadora de la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas (UBPD) en el Tolima.

El cementerio San Juan Bautista de Chaparral, en el Tolima, tiene un valor forense significativo para la búsqueda. En su interior alberga el mayor número de cuerpos no identificados en el sur del departamento. Es por eso que varias familias se encontraron allí, aunque extrañas entre sí. Las une un mismo dolor y vacío. 
Foto: Comunicaciones UBPD

De acuerdo con Beltrán, este trabajo también ha significado un intercambio o cruce de información de diversas fuentes como aportantes de la comunidad, personas buscadoras, organizaciones en procesos de reincorporación y de quienes históricamente han trabajado en el cementerio y cuentan con capacidad para delimitar un área o reconocer la trayectoria de los cuerpos, así como los lugares de disposición.

La Estrella nos guió

El conflicto armado en el país ha sido intenso y el Tolima no ha estado ajeno a esta situación. Es así como el sur del departamento experimentó una agudización especialmente hacia la década del 2000, dejando huellas profundas en el territorio. De esta forma, el cementerio de Chaparral ha sido testigo mudo del horror de la guerra. El silencio impuesto como forma de sobrevivencia se ha encontrado con el corazón resiliente, humanitario y esperanzado de personas que creen en la paz como un derecho en este país.

Desde las huellas que el conflicto dejó en el territorio y en la memoria de las comunidades,  pueden entenderse las acciones que adelanta la Unidad de Búsqueda en la recuperación de un grupo de personas fallecidas en un hecho de conflicto armado ocurrido en el año 2002 en zona rural. Tres árboles fueron los testigos de aquellos cuerpos que llegaron al cementerio sin dolientes, cuerpos de mujeres y hombres jóvenes que el conflicto arrebató de su hogar y cuyas historias quedaron enterradas por 23 años bajo la sombra, sin un nombre y sin una familia.