El ambiente político en el Concejo de Ibagué volvió a calentarse. Esta vez, el protagonista fue el concejal William Rosas, quien, tras un duro reclamo por el presunto irrespeto y la falta de informes de la Secretaría de Infraestructura, terminó enfrentado con varios de sus compañeros de corporación y retirando indignado una proposición que buscaba enviar el caso a la Procuraduría y la Personería.

El episodio se originó durante la sesión en que que Rosas habló sobre los avances en las obras del Parque Centenario, donde el secretario de Infraestructura, Marco Mateus, habría respondido con tono displicente. La respuesta molestó profundamente al concejal Rosas, quien en la  sesión plenaria denunció lo que calificó como una “costumbre peligrosa” de algunos funcionarios de irrespetar al Concejo Municipal y actuar como si estuvieran por encima del control político.

“Se ha vuelto costumbre que los secretarios pierdan la compostura, vengan a refutar, a mentir, a contestar de mala forma y a incumplir los acuerdos municipales”, dijo Rosas desde el atril, visiblemente molesto. “En los últimos 20 años no había visto más maltratada esta corporación que en los últimos episodios”.

El concejal propuso entonces remitir el caso a los entes de control, argumentando que Mateus no ha entregado los informes sobre la ejecución de las obras financiadas con recursos del empréstito aprobado por el mismo Concejo. Pero su iniciativa generó incomodidad entre los cabildantes del bloque de gobierno, quienes rápidamente pidieron un receso de cinco minutos.

Dentro del recinto, según conoció Ecos del Combeima, el concejal Rosas fue “rodeado” y criticado por sus propios compañeros, quienes le advirtieron que no apoyarían su proposición. Algunos incluso lo acusaron de querer “dañar” la relación con la administración Aranda.

La escena terminó con un Rosas visiblemente ofuscado, retirando su propuesta y señalando la falta de solidaridad y carácter de sus colegas.

“Cuando hablan mal del Concejo, lo hacen en general. Pero nadie sale a defenderlo. Les da miedo hacerse sentir, y por eso los secretarios, los gerentes y hasta los entes de control nos han perdido el respeto”, remató el cabildante antes de cerrar su intervención.

El concejal Arturo Castillo respaldó parte del reclamo de Rosas, advirtiendo que “el respeto por la corporación no se negocia” y que algunos funcionarios han cruzado la línea de la subordinación institucional. Sin embargo, otros como la concejal Silvia Ortiz consideraron que la iniciativa de llevar el asunto a instancias disciplinarias era excesiva, aunque coincidieron en que los informes deben ser entregados con mayor rigor.

El episodio dejó al descubierto las fracturas internas del Concejo y la creciente distancia con algunos funcionarios del gabinete de la alcaldesa Johanna Aranda, que ya había tenido que salir al paso días atrás para ofrecer disculpas públicas por los comentarios del gerente de Ibagué Limpia, Milton Restrepo, contra varios concejales.

Aun así, la mandataria no ha tomado decisiones de fondo, lo que para varios concejales empieza a alimentar la percepción de que la administración municipal perdió el control del diálogo político con el Cabildo.

Mientras tanto, el concejal Rosas anunció que radicará de manera individual la denuncia ante los organismos de control, insistiendo en que no permitirá que el Concejo de Ibagué —“un recinto sagrado”— se convierta en “una recocha institucional”.